domingo, febrero 08, 2009

BEUWOLF 3000: OUTLANDER La Película

Hace poco estudiamos en mi maestría algo sobre la postmodernidad. Antes de eso yo tenía la idea de que la postmodernidad (¿les gusta cómo suena la palabra? No sé, como que tiene caché) se refería a una mezcolanza inmisericorde de propuestas estilísticas e ideológicas viejas y nuevas para lograr cocteles raros. La situación no es así, pero eso entendía uno, vamos.

Eso significa que en otro caso yo hubiera definido al filme OUTLANDER (2008) de Howard McCain como una película postmoderna. Craso error por supuesto.

Lo primero que podemos notar de Outlander, es su mezcla más que obvia entre la leyenda de Beowolf, el film Dragonslayer (Matthew Robbins, 1981) y Alien (Ridley Scott, 1979). Siendo sinceros, a nivel muy comercial, la idea promete y se adecua bastante bien.

La trama de la película va de Kainan, un soldado espacial cuya nave se estrella en la Tierra en algún lugar de la Noruega medieval. Kainan sobrevive al choque, pero también sobrevive su secreto cargamento: un Moorwen. Kainan, conocedor de lo que es capaz de hacer la bestia que exterminó a toda su tripulación, decide que debe darle caza, pero es interceptado por un joven vikingo que lo pone fuera de combate y lo lleva de presea al pueblo donde habita. Ahí describe la situación en que lo encontró y el prisionero es interrogado. Kainan conoce el idioma pues después del choque, su equipo de supervivencia grabó en su mente toda la información necesaria para sobrevivir en la Tierra, que por cierto, resulta ser una colonia perdida de humanos. Las noticias del soldado estelar son malas: hay un dragón en las proximidades y él viene a cazarlo. Tal vez algo barbáricos, pero no estúpidos los vikingos se ríen de sus fantasías, pero pronto se verán motivados a reestructurar sus esquemas mentales cuando el Moorwen ataque la aldea vikinga en una noche cerrada y oscura. De ahí en adelante, la película es muy predecible, pero disfrutable.

Buenos, pero en alguna forma molestos efectos de CGI, apoyan la película. La bestia, por ejemplo, no deja lugar a dudas se su origen digital, así como muchos de los escenarios que gritan a kilómetros los pixeles con que están hechos. No se confundan, no son efectos chafas ni mucho menos, pero yo vengo de una época donde eso se hubiera hecho con maquetas, pintura mate y animatronicos y las composiciones digitales me brincan a cada rato.

La idea de enfrentar a vikingos con un dragón, quién realmente resulta ser un extraterrestre, suena a interesante idea de ciencia ficción de los cincuenta (en especial la escrita por Paul Anderson), lo cual no tiene nada de malo, pero de alguna u otra manera ya había sido explorada en el cine con anterioridad. En EL CABALLERO DEL DRAGON (Star Knight, Fernando Colomo, 1985), una nave extraterrestre llega a la Tierra en plena época medieval. La nave es rápidamente tomada como un dragón y su piloto (en ese tiempo interpretado por un jovencísimo Miguel Bosé) como el caballero que lo monta. Dos famosísimos actores, Klaus Kinsky y Harvey Keitel aparecen también en el filme que no resultó ser un éxito.

Con Outlander no va a pasar esto, pero el filme falla en consideración de una cosa: Su mezcla de las tres películas anteriormente mencionadas no es realmente una mezcla para lograr un nuevo concepto, sino una serie de referencias pegadas con “maskin tape” en el montaje. No se adivina, sino que se nota, desde que parte a que parte es Beowolf en la película; que escenas le fueron descaradamente arrebatadas a Dragonslayer, y como en la criatura y en el mismo concepto se puede oler sin dejar lugar a dudas la influencia de Alien. Ese aspecto es tal vez el más molesto porque cada momento de la película nos remite a sus referencias y no al filme mismo. Vaya, hasta existe una escena que nos recuerda de inmediato a Indiana Jones y El Templo de la Perdición.

La película está bien dirigida y sus actuaciones son bastante buenas lo que le ofrece credibilidad a la historia (Jamies Caviezel es el protagonista; y John Hurt y Ron Perlman aparecen también), pero es un hecho que no se convertirá en la gran película de ciencia ficción del año.

No les contaré el final pero ustedes ya podrán ir haciendo sus quinielas de quien va a morir y quien va vivir. No fallaran.

Outlander: http://outlander.solsector.net/

1 comentario:

Gabriel M. dijo...

El uso de anacronismos es un recurso muy extendido en la fantasía y ficción, en general... si bien estos pueden ser una fuente maravillosa de profundidad y textura (tanto visual como contextual) para la película, también pueden hacer peligrar el conjunto final.

En este caso, la idea base me ha parecido genial y tremendamente apetecible, pero no me convence la forma en que ha sido llevada a cabo: efectivamente, ni la puesta en escena ni el guión merecen brillar con luz propia en la historia del fantástico.

Qué razón tienes, Gabriel, al apuntar la falta de solidez en los efectos especiales: tal y como nos cuentas, me han parecido bastante buenos (o, como mínimo, correctos) para los tiempos que corren, pero es terriblemente molesta esa sensación de irrealidad, de que están hechos con ordenador y carecen de volumen y solidez. Yo también echo de menos los tiempos de la pintura matte, las maquetas y la animación stop-motion... ¿lo ideal? En mi opinión, una combinación de las tecnologías clásicas y las digitales... algo que podemos observar en películas como Parque Jurásico, sin ir más lejos...

¡Qué bueno que hayas mencionado "El Caballero del Dragón"!. Una película ya olvidada por muchos, que pasó por las pantallas sin pena ni gloria, pero que me parece muy interesante y reivindicable, sin duda :)