jueves, febrero 23, 2006

¡SU PROPIA PELICULA DEL 007 EN 12 FACILES PASOS!

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Rodrigo Alvarez
nos envió esto como una respuesta al cuento de CON LICENCIA PARA MATAR, pero creo que bien merece su propio post:

Receta para una pelicula de James Bond en 12 sencillos pasos:

1.Persecucion

2.Creditos iniciales con cancion en la cuyl se repite el nombre de la pelicula varias veces.

3.Bond llega a la oficina de M para recibir su nueva mision, tension sexual con Monypenny.

4.Bond va con Q a que le de sus artilugios y el auto nuevo.

5.Viaje a locacion exotica, conoce al malo en turno y a la Chica Bond en turno y/o al secuaz del malo.

6.Intento de asesinato hacia Bond

7.Bond habla con Felix Leiter que le da pistas que le ayudan y le recuerda que la CIA le apoya.

8.Encuentro romantico/sexual con la muchachona

9.Bond es capturado o se infiltra en la guarida del malo, este le cuenta su plan maligno mientras

10.Bond escapa usando los aparatitos de Q, pelea con el secuaz o chica mala,le gana (of course)

11.Bonda acaba con los planes del malo, por lo general haciendo explotar su base/arma letal y a el villano de paso.

12.Bond y la Chica se relajan despues de una sesion de sexo y algun ocurrente comentario de James..los creditos finales nos recuerdan: "James Bond regresara en..."

Asi es Bond, asi nos gusta ¿Quioubo?

Los blogs de Rodrigo: SACRED SCROLLS, La Quinta Dimension, Friedsynapses.
¡No visitarlos seria un error!

sábado, febrero 18, 2006

CON LICENCIA PARA MATAR

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Aquél hombre era todo atracción. Podía notarse a kilómetros. Su cautivante mirada, su seductora y traviesa sonrisa podían sin dificultar derretir el corazón de cualquier mujer que lograra atravesarse en su camino. Su porte varonil, su un refinado gusto en el vestir y la naturalidad con que aceptaba toda aquella aura de encanto lo identificaban como un verdadero hombre de mundo, alguien con quien seria imposible no tener siquiera una pequeña fantasía.
Era notorio que no era un novato en eso de los vuelos en avión. Entró en el aparato de la British Airway con la confianza de quien ha llegado a casa y se dirigió, sin chistar, a su asiento. Ni siquiera necesito ver los números para guiarse.
De cualquier forma, no perdió detalle de las explicaciones de seguridad que impartieron las azafatas antes de despegar.
Una encantadora sonrisa de satisfacción se delineó en su rostro cuando el avión tomó altura.

2.
La rubia azafata, de cuerpo torneado y curvas generosas se colocó exactamente a su lado.
Él no la notó de inmediato. Tenía delante de si una lap top abierta y se entretenía en teclear algo en la pantalla del computador que no resultaba visible de lado.
Ella decidió abrir camino primero.
- ¿Algo de tomar? - preguntó con amabilidad. El hombre reaccionó a aquella voz con leve sorpresa, pero después de fijar sus ojos aquella azafata, le devolvió como respuesta una sonrisa.
- Perdone, estaba distraído, ¿Me decía?- declaró él.
- No, discúlpeme a mí. No pretendí molestarlo.- sonrió ella con cierto dejo de coquetería.
- Una chica tan encantadora como usted difícilmente podría molestar a alguien. Al menos no a mi.
Ella intentó ocultar un leve rubor.
- Pensé que podría apetecerle tomar algo.-
- Pensó muy bien.-
-¿Tal vez un martini?-
-Vaya, ¿Es usted telépata? Ha leído mi mente
- Estamos muy bien entrenadas... En todo. -

Esa ultima frase, la azafata casi la subrayó.

- Eso es...perfecto.
- Muy bien, le traeré su martini en un instante. ¿Lo prefiere...?
- Agitado, no mezclado.
- Mi especialidad -. declaró ella y con complicidad le guiñó un ojo.

No tardó más de un minuto en estar de nuevo frente a él con un pequeño carro de bebidas y un martini recién preparado. Se lo entregó.
- ¡ Exquisito! Ni mi madre podría prepararlos mejor.
Ambos rieron ante la ocurrencia. La chica señaló hacia la computadora.
-Creo que será mejor que lo deje trabajando. El capitán acaba de señalarnos que pronto entraremos a una zona de turbulencia y ya ahí no podrá seguir escribiendo.
- Usted me ha caído bien. Permítame confiarle un pequeño secreto.- dijo él y le hizo una señal con la mano pidiendo que se acercara. Ella lo hizo.
- Se que nos acercamos a una zona de turbulencia.- confesó. - ¿y sabe por que lo se?
Ella negó con la cabeza.
- Sencillo. Porque yo cree esa turbulencia.
El hombre sonrió de una forma que ya no pareció tan encantadora.
- Mi maquina,- continuó - esta conectada a una red de satélites que pueden controlar el clima gracias a la magia de las microondas. Puedo controlar el clima en Pekín, en Ciudad de México, en Roma...o aquí.
Y diciendo esto, apretó una tecla de su computador. La azafata lo notó, algo comenzó a cambiar afuera de la nave, era gradual, pero también era rápido. El avión fue sorprendido por un bandazo de aire que puso un poco nerviosa a toda la tripulación. La azafata palideció.
- No es broma -. dijo ella con todo el horror de la comprensión reflejado en su cara.
- Chica lista. Efectivamente. No lo es. Y ahora quiero comunicarle lo que va usted a hacer. Se va a levantar conmigo y me va a llevar a la cabina de su capitán con tanta tranquilidad que no levantará ninguna sospecha. Si no lo hace, tengo un dispositivo manual en este reloj que transformará este paseo por las nubes en una verdadera montaña rusa. Una montaña rusa mortal, por supuesto.
- Pero usted también morirá.
- Así es. Pero nadie vive para siempre ¿Verdad?
- Esta loco.
- Creo que ya va entendiendo. - dijo entonces con otra de sus sonrisas encantadoras.- No pierda más el tiempo, madame. ¿Vamos?
El hombre se levantó del asiento a una prudente distancia de la azafata, no sin dejarle ver que tenia una de sus manos muy cerca del reloj activador. Ella no perdió el aplomo y ocultó cualquier sentimiento con una sonrisa. Paso al lado de dos de sus compañeras que nada parecieron notar. Y entonces llegó a la puerta que daba acceso a la cabina.
-Llame al capitán.- ordenó el hombre. Ella se acercó al teléfono intercomunicador que tenia cerca de sus manos y entonces...
Con la rapidez de una centella usó el teléfono como una bolea. El aparato golpeó duramente el cráneo del hombre y lo hizo tambalear. De una fuerte patada la azafata hizo que la mano cercana al reloj se alejara y brincando como tigre se aferró al brazo donde el hombre tenia el dispositivo. Este intentó defenderse, sujetarla por detrás, pero ella le dio con su codo tres fuertes golpes en el estomago, el esófago y la nariz. Le arrancó el reloj de un tirón y de un salto se separo de él. De abajo de su falda sacó una pistola.
- Si se mueve, lo mato- dijo ella. La furia en su cara no dejaba lugar a dudas.

3.
Cuatro elementos de la policía de París sujetaron al hombre acompañados de un gran despliegue de seguridad. Afuera, en la noche francesa, titilaban las luces rojas y azules de las patrullas. El antes elegante seductor se disponía ahora a dejar el bien resguardado avión de la British Airway como un hombre acabado. Una sonrisa continuaba acompañándolo, pero era una sonrisa triste.
Antes de salir del avión, volvió a toparse con ella. Estaba sentada, resguardada por otros dos policías, casi en la puerta de salida.
- Veo que realmente ustedes están entrenadas para todo.- dijo- Felicidades. Sin embargo, no me gustaría irme de aquí sin conocer el nombre de la bella chica que me capturó.
La azafata lo miró de arriba a abajo y entonces poniéndose de pie, se arrancó en un rápido movimiento una bien colocada peluca rubia, mientras que con el dorso de su mano se despintaba de un solo tajo todo el color de su lápiz labial.
Y con una profunda voz masculina, señalo:
- Mi nombre es Bond... James Bond.

viernes, febrero 17, 2006

EL BLOG ZEN: Medita ¡Ya!

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Los invitamos a que conoscan el nuevo blog de ¡¡¡CAPITAN QUASAR!!!:

EL BLOG ZEN
El unico blog donde nunca-pasa-nada.

Instrucciones:
1. Entra a http://www.elblogzen.blogspot.com/
2. Ve la figura, cosa o situacion que esté ahí
3. Medita

¡Meditar es lo INN y más si es con el Blog Zen del Capitan Quasar!

martes, febrero 07, 2006

PUERTAS A LA MARAVILLA


Permitanme confensarles antes dos cosas:

1. C.J. Cherryh no es de mis autoras favoritas. Lo primero que le leí "La saga de Chanur" se me hizo tan mala que no quise ver nada más de ella, y...
2. De la Saga de Morgana solo he leido las dos primeras.

Sin embargo a plenos ojos cerrados tengo completa fe en que sus dos siguientes partes de la serie, no son buenas, sino excelentes. La Saga de Morgaine comprende cuatro libros: Las Puertas de Ivrel, El Pozo de Shuan, Los Fuegos de Azeroth y La Puerta del Exilio. De estos, solo los dos primeros se han publicado en español, y eso hace dos decadas, por una editorial argentina.

Cuando leì "La Puerta de Ivrel" ya tenia yo un gran tramo recorrido en lo que a literatura de fantástica se refiere. Nada habia nuevo que me atrajera del genero: los mismos personajes, los mismos plots de historia, casi los mismos paisajes. Entonces tomé ese libro de Cherryh al azar y lo leí.... Señores, este libro es magnífico, revitalizador, cuestionante...los personajes son verdaderamente memorables y el desarrollo de la historia excelente. Si Chanur no me gustó, La Puerta de Ivrel estaba exactamente al otro lado del espectro.

Las puertas son un grupo de artefactos que conectan mundos, sin embargo los pueden conectar tanto en el pasado como en el futuro. Su construccion parece haber llevado a la misma extinsion de sus creadores y de otra raza que las conocio y utilizó. Las paradojas temporales no se hicieron esperar y eso borro del mapa del universo a sus usuarios. Ahora, los humanos las hemos encontrado, pero conocemos el peligro y la amenaza que representan, asi que un grupo suicida ha sido enviado para destruirlas todas, donde sea que se encuentren. Ninguno de ellos volvera, se perderan en el espacio y el tiempo para siempre, cumpliendo una mision sin garantias de exito. Con ellos se encuentra Morgana, unica sobreviviente del grupo, que no se detendrá ante nada para llevar a cabo su mision. Y junto con ella un chico autoexiliado, Vanye, convertido en servidor de la mujer -demonio, verdadera plaga de cuervos, destructora de las puertas y , a veces, de los mundos a donde llega.

Realmente, esta historia es facinante. Al primer vistaso parece una historia de fantasía, incluso cadi podriamos creer que es una mixtura entre ciencia ficción y el género mencionado. Pero no: Es ciencia ficción. De cualquier forma estoy plenamente seguro que los lectores de Fantasy les facinará por igual.

Hay dos errores básicos en esta vida y uno de ellos es - sin duda - perderse la Saga de Morgana.

miércoles, febrero 01, 2006

PARECE NUESTRO MUNDO...

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Parece nuestro mundo, pero no lo es.

Aquí, en este mundo, la ciencia ficción es una literatura muerta y desacreditada; Franz Kafka es un superhéroe de acción, muy similar a “La Sombra”; Ana Frank ha sobrevivido al Holocausto para convertirse en actriz de Hollywood; Saint-Exupery siente el peso de la responsabilidad al querer reconstruir un mundo post apocalíptico y George Bush seria un inocente cordero al lado de Robert Heinlein, presidente de los Estados Unidos…

Paúl Di Filippo es un autor norteamericano cuyas premisas resultan interesantes no solo para los lectores de ciencia ficción, sino para todos aquellos lectores de la literatura “mainstream” (o sea, la corriente principal). Su libro recopilatorio, PAGINAS PERDIDAS es uno de los eventos literarios más interesantes de los últimos años dentro y fuera del género. La edición en español corre por cuenta de Grupo AJEC que se está en cargando de traer obras muy interesantes pertenecientes al género fantástico, pero que, a la vez, resultan muy atractivas para el mercado literario en general.

A mi punto de vista, publicar en español a Paul Di Filippo fue un acierto y disfruté el libro como enano. Son 10 relatos cuyas figuras principales son personajes famosos en el mundo de la cultura, la ciencia, la literatura general y por supuesto, de la ciencia ficción. Es una especie de “Dimension Desconocida” con famosos.

Prepárense pues a caminar junto con Thomas Pynchon por su post-apocalíptico mundo creado en “ArcoIris de Gravedad”; acompañen a Von Neuman en un viaje a las Vegas en un mundo a punto del caos de la tercera guerra mundial; a un Philip K. Dick casado con una Linda Ronstadt que no canta y a tres famosos escritores de ciencia ficción a punto de tener su “primer contacto” con mentes que no son de este mundo.

¡Que no se te pierdan las PAGINAS PERDIDAS!

Nota: El arte de portada es de Alejandro Terán ¿ a poco no esta fantástico?

¿QUÉ MATO A LA CIENCIA FICCIÓN?

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PÁGINAS PERDIDAS
Paul Di Filippo

El siguiente documento es la Introducción de Paul Di Filipo para su libro PÁGINAS PERDIDAS que transcribimos aquí con permiso de Grupo AJEC, los editores de la versión española.


Reimpreso con el permiso de The Journal of Popular Culture,
Vol. XXXI, nº 9, septiembre de 1998.

¿Qué mató a la ciencia ficción?
por el Dr. Josiah Carberry, Profesor de Inglés,
Brown University de San Diego

RESUMEN: El recientemente desaparecido género editorial y cinematográfico una vez conocido como «ciencia ficción» vio la luz en 1926 y alcanzó su punto álgido en el año 1966, tras lo cual una serie de catástrofes imprevisibles, tanto literarias como extraliterarias, dieron lugar a su abrupto declive y a su desaparición virtual.

ES DIFÍCIL CREER HOY EN DÍA QUE, en nuestro panorama mediático actual, desprovisto de trabajos de especulación fantástica, hubo un tiempo en el que el mundo de la literatura y el cine prometía estar dominado por la ahora olvidada rama de entretenimiento llamada «ciencia ficción». Algunos de los pocos aficionados supervivientes recordarán con cariño sus obras favoritas de «CF», como se le llamaba familiarmente, atesorando sus desgastadas primeras ediciones, descamadas revistas pulp y deterioradas copias cinematográficas. Sin embargo, un estudio reciente revela que, lejos de reconocer los peculiares protocolos de lectura e hitos agotados del género, los nacidos a partir de 1966 desconocen en su mayoría el verdadero significado de la CF. Esta falta de enlace generacional representa, de hecho, uno de los principales obstáculos para lograr la resurrección del género.

En primer lugar, quizás sea pertinente proporcionara una breve visión global de los días gloriosos de la CF, antes de examinar los factores que provocaron su rápida e infame desaparición.

Cuando Hugh Gormsbeck, empresario inmigrante procedente, lanzó su revista Amazing Stories en abril de 1926, reunió en ésta un dispar cuerpo de historias y variedad de autores bajo la rúbrica scientifiction o «ficción científica», término sustituido posteriormente por el de «ciencia ficción». Con la codificación de las reglas y el campo de juego de la CF, por así decirlo, allanó el camino al crecimiento sostenido, a la popularidad y a la camaradería lector-escritor. Durante los siguientes cuarenta años, el género adquirió una complejidad y sofisticación creciente, dictando cotas de excelencia. Al pasar de las revistas al formato de tapa dura y a los libros en rústica (hacia 1950-1960), la CF comenzó a producir obras maestras genuinas y maduras, como Menos que humano (1953) de Theodore Sturgeon, La galaxia mi destino (1957) de Alfred Bester, y El Nova Mob (1961) de Henry Kuttner.

Simultáneamente, la CF comenzó a infiltrarse en otros medios. Radionovelas como La mujer sombra y La cuadrada Dimensión X entusiasmaron a millones de oyentes. Las tiras diarias de los periódicos, como Flashman Gordon, Buckminster Rogers y La llama negra, rivalizaban con los cómics mensuales (citemos Capitán Maravilloso, Kimball Kinnison, Los hombres de la lente galáctica y Superiorman) por la atención de lector medio, poco culto. Hollywood ofreció por su parte una gran variedad de entradas, desde los magníficos La vida futurista (1936) y Con destino a la órbita (1950) a aquellos de peor calidad: Me casé con un marciano (1949) y el mucho más anticipado pero decepcionante Un ojo en el cielo (1958).

La última mitad de los 50 fue una época especialmente apasionante para la CF, puesto que el lanzamiento del primer satélite artificial por parte de la China comunista dio lugar a un mayor interés por el género, reflejado en docenas de nuevas revistas, publicaciones de tapa dura y dramas televisivos (por ejemplo, The Twilight Zone de Orson Welles)

En los albores de los 60, la CF parecía preparada para explotar como un verdadero fenómeno de masas. Clásicos de culto como Vagabundo en tierra extraña (1961) de Robert Heinlein, Vril Revival (1963) de Thomas Pynchon y Gusanitos de Dune (1965) de Frank Herbert fueron abrazados incondicionalmente por lectores tanto adultos como jóvenes, moviéndose en los puestos más bajos de las listas de best-sellers. (Algunos entendidos predijeron el mismo destino para un triunvirato en desarrollo de novelas británicas de fantasía —habiendo sido este género un aliado durante largo tiempo con su más respetable pariente científica— llamado provisionalmente El señor de los anillos. Pero la muerte prematura de su autor J. R. R. Tolkien en 1955, tras la publicación de un único volumen, impidió dicha realización). Además, una nueva y vigorosa generación de escritores que utilizaba sofisticados enfoques literarios (cf. H. Ellison, S. Delany, R. Zelazny, B. Malzberg, U. Leguen) había comenzado a darse a conocer.

Todo parecía prometedor para la CF a mitad de la década. Pero, desconocido para todos, el funesto destino del género en todas sus manifestaciones estaba a la vuelta de la esquina.

Y a la némesis de la CF se le llamó Star Trek.

8 de septiembre de 1966, 20:30 h. Hasta ese instante, pocas veces fue posible señalar un punto de inflexión histórico con tanta exactitud. Pero retrospectivamente fue con seguridad ese momento el que marcó el principio del fin de la CF.

George Pal, partidario del cine de Hollywood conocido por su antes mencionado y respetable trabajo Con destino a la órbita, se había mudado al medio televisivo tras el tremendo fracaso de su último estreno teatral, la involuntariamente hilarante La naranja mecánica, en 1965. Imaginándose el viaje inventado de un crucero interestelar del siglo XXIII llamado La Ambición como un astuto recurso para aprovechar una parte de los decorados ya existentes, Pal pasó a ejercer un (poco) creativo control sobre cada elemento del nuevo espectáculo.

El primer y principal error de Pal fue el casting de los tripulantes de su nave. Nick Adams interpretaba al histriónico Capitán Tim Dirk como si de un James Dean de pacotilla se tratara. El oficial alienígena llamado Strock fue encarnado inexpresivamente por un Bela Lugosi debilitado por los narcóticos. El doctor “Bones” LeRoi fue ridículamente representado por Larry Storch. Al ingeniero “Spotty” (llamado así por sus pecas *1*) le tocó en suerte un anciano Mickey Rooney lejos de su cima. Y en cuanto al elemento femenino… una demacrada joven modelo llamada Twiggy (como Yeoman Sand) y una andrajosamente voluptuosa Jayne Mansfield (como la Teniente de Comunicaciones Impura) que contrastaban tan exageradamente como la ridícula tracción «neutrón-antineutrón» de la nave. Los papeles secundarios también fueron rellenados por pésimos actores.

El siguiente fallo grave de Pal fue su insistencia en escribir él mismo todos los guiones de la primera temporada, como medida de ahorro. Saqueando todos los clichés de la CF, así como abundantes estereotipos de de los Westerns, de las películas sobre la Segunda Guerra Mundial, y de otra docena de géneros, los guiones de Pal deben ser calificados en esta opinión crítica como algunos de los peores de todos los que aparecieron en televisión.

Aparte de estos dos reveses, los otros factores atenuantes que se opusieron al éxito de Star Trek (efectos especiales primitivos, villanos ridículos, vestuario más propio del país de Oz que del espacio exterior, un tema musical a la vez enloquecedor e imposible de sacar de la cabeza) eran tan sólo la guinda que coronó el pastel del desastre.

Casi todos los telespectadores de la época pueden recordar donde estaban en el momento en que se emitió ese infame primer episodio de Star Trek (una ultraconfusa mezcolanza de viaje en el tiempo titulada «¿Dónde fuimos desde entonces?»). Precipitándose en su emisión, al estar seguro de que su única competencia eran reposiciones, los primeros minutos del mortífero drama-bomba engancharon a millones de telespectadores. En cuanto los chismes se extendieron por todo el país y los espectadores se telefonearon los unos a los otros, la atracción surgió. Para cuando la serie llegó a la costa oeste, ésta había alcanzado los índices de audiencia más elevados de cualquiera de las series emitida hasta la fecha. Sin embargo, esto no era buena señal.

El día siguiente amaneció con una crítica de tono altamente mordaz. Los columnistas de los periódicos y editorialistas hicieron su agosto con el espectacular fracaso, así como los cómicos de cine y teatro. (Por ejemplo, Johnny Carson, dedicó su monólogo de entrada por completo al episodio del 9 de septiembre). A la semana siguiente, se consagró una edición especial de Teleguía a un estudio abrasivo sobre Star Trek y la CF televisada en general.

Imprudentemente, la NBC, impactada por el persistente prestigio de Pal, ya había firmado treinta y nueve episodios de la nueva serie. Y en vez de echarse atrás o solicitar ayuda, Pal decidió mantener el contrato en vigor y seguir adelante a locas, enfrentándose a la vergüenza.

Semana tras semana, el público fue transportado de la mamarrachada de un episodio a la de otro. Numerosas frases típicas de la serie («¡Ha… ha fallecido, Tim!»; «¡Maldición, soy un doctor del siglo XXIII, no un Científico Cristiano!»; «¡Sóbame, Spotty»; «Esto es altamente no axiomático») se convirtieron en el comentario irónico de las conversaciones cotidianas. Y entonces ocurrió lo inevitable.

La CF escrita comenzó a estar cortada por el mismo patrón.

El latente prejuicio contra «todo lo que huela a Buckminster Rogers», que siempre estuvo a flor de piel en la conciencia del público, resurgió. El ser visto leyendo un libro de CF en público se convirtió en algo equivalente a llevar un cartel de «patéame» pegado a la espalda. Todo el caché literario que la CF se había ganado laboriosamente se evaporó de la noche a la mañana.

Al caer en picado las ventas de libros y revistas de CF, los escritores y lectores de los tiempos prósperos comenzaron a desertar en tropel. Las bancarrotas, tanto individuales como colectivas, proliferaron. Las películas a medio producir fueron canceladas. El género fue atrapado en una espiral descendente donde el fracaso engendraba más fracaso.

Finalmente, en 1968, mucho después de la desaparición de Star Trek (provocada por una enérgica campaña de envío de cartas por correo organizada por auténticos aficionados a la CF), aún cuando el recuerdo de su fracaso estaba todavía fresco, sólo perduró un núcleo arraigado de lectores y escritores, un injusto remanente del que fuera una vez un legado de vital importancia.

Pocas dudas hay acerca de si la CF era capaz, literalmente, de recuperarse de una tragedia de tales dimensiones. El género siempre había sido presa de los altibajos y en el pasado siempre había salido mal parado. Hizo falta un conjunto de cataclismos excepcionales, extraliterarios y de gran magnitud para matar al fin al género por completo, siendo este hecho un testigo de su fuerza y de su atractivo inherente a la naturaleza humana.

En primera y más destacada posición llegó el desastre del Apolo 11 en 1969. Cuando el Módulo de Excursión Lunar no logró despegar de la superficie de la Luna, todo el mundo fue expuesto a una tragedia prolongada que empañó cualquier optimismo tecnológico que hubieran dejado intacto la Guerra del Vietnam y la creciente conciencia de la contaminación del medio ambiente por parte del género humano (cf. Los disturbios del Día de la Tierra, 1972-75). La perversión por parte de la ingeniería informática de que el FBI de la tercera administración Nixon mantuviera las bases de datos internas de contraespionaje del sistema “Big Nurse”, y la subsiguiente aprobación de leyes limitando la manufactura de ordenadores a máquinas de bajo rendimiento, redujeron el atractivo de un futuro dependiente de máquinas sofisticadas. El paso definitivo hacia la destrucción de la CF fue la fusión sin control de un reactor en la Isla de las Tres Millas en 1979. Con razón o sin ella, durante mucho tiempo la CF ha sido identificada con la energía nuclear por el público, y esta catástrofe contaminadora del litoral hizo a la CF sinónimo de masacre.

El último golpe de mala suerte fue en forma de película clandestina de dieciséis milímetros que tuvo la desgracia de ganar notoriedad poco después de lo de la isla. Procedente del panorama pornográfico de San Francisco, Encuentros cercanos de tipo Star Trek era una aventura clasificada X de los entonces desconocidos George Lucas y Steven Spielberg, protagonizada igualmente por desconocidos actores y actrices (Charlie Sheen, Rob Lowe, Hugh Grant, Louise Ciccone, Janet Jackson, Hilary Rodham, Syl Stallone, Arnie Schwarzeneger, y otros). En esta repugnante farsa, representantes de un decadente imperio interestelar hacían de la Tierra su lugar de alterne, encontrándose con la resistencia de rebeldes desnudas que resultaban ser más lujuriosas y censurables que los propios tiranos. Después de que el Tribunal Supremo acabara con Lucas y Spielberg, a ninguna persona en su sano juicio se le ocurriría acercarse a la CF en muchos años luz.

Casi dos décadas después de estas diversas debacles, la CF ha quedado reducida a una forma tan sólo practicada por un puñado de aficionados excéntricos, apareciendo en publicaciones samizdat mimeografiadas con un límite de circulación de unos cientos como máximo (al menos en Estados Unidos; la situación en el Reino Unido es una historia más complicada. Ver la publicación previa por el mismo autor: «El Imperio de los medios de comunicación de Moorcock y Ballard, Ltd.: ¿Murdoch puede hacerles competencia?»). Que una tradición literaria antaño gloriosa tenía que acabar de ese modo parecía inevitable, dado el cúmulo de circunstancias aquí aducidas. Aunque por un momento, podemos reflexionar —si bien podemos aventurarnos demasiado lejos al considerar el antiguo tropo herético de CF como «el mundo alternativo»— sobre cómo las cosas podían haber sido diferentes.