Hubo una época en mi vida, y digamos en la existencia de la humanidad, donde el terror de la guerra nuclear estremecía a todo mundo. Había películas, historietas, novelas y juegos que especulaban sobre el mundo post-holocausto que nos esperaba después de las bombas, y de seguro más de uno soñó alguna vez con la imagen del hongo atómico elevándose detrás de los edificios de su ciudad, como si fuera el amanecer del infierno. Que el miedo existía era obvio y se dejó ver cuando en las noticias sobre la “Tormenta del Desierto” la reportera en Israel, Erika Bexler (o como se escriba) pronunciaba sus famosas palabras que causaron pánico en más de un hogar mexicano, mientras reporteaba los hechos de lo que ocurría dentro de un bunker y cubierta con una mascara de gas, mientras se escuchaban las bombas caer: - ¡El ataque es nu-cle-ar, Jacobo. Repito: nu-cle-ar!
El chiste le costó el trabajo a la aterrorizada reportera y a mi me reafirmo porque era bueno leer ciencia ficción. En mi casa, por ejemplo, mi hermana empezó a llorar porque pensaba que la guerra atómica se había desatado. Pero yo (¿sienten mi orgullo malsano de poder?) sabía que eso era una estupidez:
- Mamá. Silvia. No le crean. No hay ninguna guerra atómica. Esa vieja está tonta. Si hubieran soltado una atómica, en primer lugar la loca esa y su perrito estarían ya vaporizados, y en segundo, el pulso electromagnético de la fusión hubiera cortado la señal de inmediato.
¿Como lo supe?: Gracias a mis libros de ciencia-ficción (además, ¿acaso no fue la CF quién nos mostró antes que nadie, el horror del hongo?).
Bueno, todo este rollo es para mostrarles que ahora, el horror por las armas atómicas ya no es in, ya no esta de moda. Nadie teme el momento nuclear.
Pero la cuestión es que las bombas ahí están. No son de mentiras, son muy reales y ahí siguen. Pero ya nadie se acuerda de ellas. La amenaza no ha desaparecido y nosotros caminamos tan a gusto en las calles, como si el perro rabioso ya estuviera muerto.
Pero no. No ha muerto. Y muchas amenazas más aún están ahí, como lo muestra el libro de Richard Preston llamado LA ZONA CALIENTE.
LA ZONA CALIENTE es un reportaje novelado que nos lleva desde lo más profundo de las selvas tropicales del África (en particular desde el monte Eigon en Kenia) hasta un limpio y sano suburbio del American Way of Life en los Estados Unidos, tras las huellas de un despiadado asesino microscópico: El virus del Ébola.
El Ébola es algo así como el “Alien Madre” de todos los virus (al menos de los conocidos). Infecta tu sistema, se mete en tus células, se multiplica en su interior y las hace explotar. En solo tres días te comenzara a doler la cabeza y detrás de los ojos, como si fuera gripa. Solo que gripa no es y la aspirina no te va a ayudar. Después comenzaras a vomitar sangre negra y coagulada y los ojos comenzaran a gotear sangre también. Y después cada poro de tu cuerpo. En 4 días comenzaras a arrojar tu laringe y tu estomago, solo que prácticamente licuados y si es que aún estas vivo. Y cuando quedes como zombi, el virus seguirá poseyendo tu cuerpo y destruyéndolo al mismo tiempo. En cierta forma, no deja que te mueras, porque al que mata primero es al cerebro, mientras tu piel es tan endeble que, donde te toquen, te abrirás como si estuvieras hecho de retazos mal remendados. ¡Ah! Y una mala noticia para el que te tocó: Tu sangre está tan llena de virus que es muy probable que quien te quiso ayudar también esté ahora infectado, si es que se ha hecho un corte, o ha logrado entrar algún resquicio por la boca, o se haya tocado los ojos o…
El ébola es pues, un virus de los que se conocen como Clase 4, o sea de altísima peligrosidad. Tanta, que para acercarse a un infectado debe hacerse en una especie de traje espacial.
El libro nos relata la aparición de las 2 sepas más famosas de este filovirus supuestamente africano (le llaman así porque tiene forma de filamento o cuerdita, como si fuera una especie de lombriz o gusano) y las devastadoras y terroríficas consecuencias que se vivieron en Alemania (ajá, Alemania) y Zaire. Pueblos diezmados, hospitales en cuarentena y montones de cadáveres en una visión que casi parece del Apocalipsis nos hablan de lo fácil que es que un virus mortal para el genero humano llegue a nuestras casas o a nuestras vidas.
Pero cuando el virus llega a unas cuadras de la Casa Blanca es cuando Preston nos da a entender que el mundo debería sentir ya pasos de esta amenaza en su azotea, pues por todos es sabido que cuando nuestros primos del norte sienten que algo se convierte en una amenaza para su país, significa que ya es una amenaza para el mundo entero. Bueno, tal vez en esto tengan razón…
LA ZONA CALIENTE es un buen libro, aunque algo dramático y repititivo en algunos puntos, que tuvo mucho éxito en los Estados Unidos y fue noticia mientras en la televisión se hablaba de la pesadilla del Ébola o el Marburgo. Hollywood quiso llevarla a la pantalla grande en una producción dirigida por Ridley Scott que nunca se definió del todo, pero que Warner logró concretar en una historia libre y ficticia llamada EPIDEMIA que contó con las actuaciones de Dustin Hoffamn.
Lo interesante del libro, al contrario de las películas es que te da a entender que realmente NADIE esta preparado para esta clase de amenazas, ni siquiera los gringos. Si una superplaga de este tipo asolara a la humanidad no habría Dustin Hoffman que encontrara la cura minutos antes de que se muriera la coprotagonista y tan cierto es que ahora hay varios virus, como el del SIDA o el de la HEPATITIS C que aún no pueden ser erradicados. Mi mamá lo sabe bastante bien, porque tiene ese último virus que mencione y vaya que ha sido un infierno. Un día antes de casarme casi se nos muere después de llenar medio bote de basura vomitando sangre. Cuando yo lo vi, me quede helado, imagínense ahora lo que es vivirlo.
Ahora que ya nadie habla del ébola, sentimos que, como las armas nucleares, la amenaza ya no existe porque no afecta nuestra realidad más directa. A lo mejor, y estar temiendo todos los días por que nos llegue el marburgo o el ébola (el marburgo es otro filovirus emparentado con el ébola) es mucha paranoia. Y tienen razón, tal vez, pero como dijo Joshua Lederber: Hay quienes creen que esto es fruto de la histeria, pero nos esperan catástrofes.
LA ZONA CALIENTE
Hot Zone
Richard Preston
Ed. Emecé 1994