El mar está en calma y el rojo horizonte infunde en nuestros corazones paz y tranquilidad. Pero no nos confiemos, porque bajo la superficie...¡¡¡ asecha el horror!!!
Cerca de una isla del pacifico sur, un chamán se enfrenta a la furia de una chica de su tribu poseída por un demonio. Ambos, solos en una canoa y en medio del mar, frente a frente miden fuerzas en una batalla titánica donde solo uno será el vencedor. La chica, con la cara desfigurada por la ira, los ojos en blanco y sus manos amarradas a cada lado de la canoa grita a su adversario ininteligibles palabras que suponemos el idioma de los nativos, mientras que el chamán continua pegando a la barca con un bastón en tanto declama canticos en lo que es tal vez una vieja lengua. La chica se retuerce. Ríe como desquiciada. Ruge. Dice algo que parece latín. Y entonces, un silencio repentino, avasallante. El chamán se detiene. Algo ha detectado. Moviendo solo sus ojos registra el mar a su alrededor. Hay algo que no está bien, algo que…
Algo golpea a la inestable canoa y esta se mueve de un lado al otro como en balancín. La chica, con una sonrisa endemoniada, comienza a reír ásperamente y el chamán parece entender de inmediato lo que está pasando, pero… ¡demasiado tarde! Una gigantesca bestia surge del agua como un torpedo enfurecido y hace volar la canoa (una maqueta) y a sus dos tripulantes (dos muñequitos) por el aire. Es el terror de los mares, el devorador de hombres: el gran tiburón blanco.
Los cuerpos del chamán y la chica caen como costales en el agua y el primero, en medio del horror, intenta volver a la superficie, pero el gran asesino en un movimiento de alta velocidad lo parte en dos con sus mandíbulas. La chica, como si estuviera hecha de cemento, se hunde en las profundidades mientras una sombra alargada y titánica se acerca hacia ella. El tiburón abre sus mandíbulas. El demonio en la chica sonríe… y una gran mordida sella lo que será el destino del tiburón…
Yo no podía creerlo, pero aquí está. Si. Una épica de los mares hecha realidad: EXORCISTA CONTRA TIBURON (Vetsen Lispeberg, EU, 2008) es una de esas películas que nos recuerda que aún hay cosas nuevas bajo el sol y nos devuelven la fe en la cinematografía fantástica. En una época donde Alien se enfrenta al Depredador y donde Jason se cita con Freddy, faltaba lo que sería el enfrentamiento definitivo.
No es la primera película de Lispeberg, quien ya había realizado dos filmes antes para el SCI-FI Channel: STEEL CAVES, un filme muy libremente basado en la novela de Issac Asimov que pasó sin pena ni gloria por las pantallas del canal y PUPPET MINDS, una historia que nos recuerda a los Puppet Masters de Robert A. Heinlein, pero con un giro muy interesante: Eran las mentes de los extraterrestres las que eran invadidas por los humanos y no al revés. Al final, una humana que invade la mente de un extraterrestre traiciona a su propia raza por haberse enamorado de su acompañante del otro mundo, una especie de oruga gigante, pero muy simpático y de buenos sentimientos.
Lispeberg habla sobre su odisea de llevar a la pantalla chica Exorcista vs. Tiburón y nos menciona que al principio, el canal no tenía una muy buena espina en lo que se refería a unir estos dos íconos del cine en una sola película y en un enfrentamiento tan singular, pero después de muchas pláticas y de un corto filmado ex profeso UFOFilms y SCI-FI Channel dieron el visto bueno para el proyecto, que se filmó casi en su totalidad en su natal Hungria, con actores del lugar y un equipo técnico básico que se transportó desde los Estados Unidos. Otras escenas fueron filmadas en playas del mar negro que simulaban ser las playas de Nueva Jersey, con un resultado algo dudoso, pero que a final funcionaba.
La historia va de un joven sacerdote que es envido a un pequeño pueblo pesquero en sustitución a un cura del lugar que murió de viejo. El joven se enfrenta a una población huraña y a veces hasta grosera que lo hará dudar de su capacidad para llevar la parroquia de aquel lugar. Y entonces ocurre el desastre. Después de una tormenta un bote pesquero es encontrado totalmente destrozado en las rocosas playas del lugar. Ninguno de sus tripulantes ha sido encontrado con vida y todos achacan la culpa a la fuerte tormenta, pero Rose Helster, una bióloga marina que se encuentra haciendo su tesis de doctorado en la región comienza a dudarlo, pues descubre clavados en los maderos de la embarcación, un gran número de triangulados dientes blancos que son indudablemente de un tiburón. Y de un tiburón verdaderamente monstruoso.
A pesar de la tormenta, dentro de poco se realizará una importante competencia de regata en el lugar, lo que trae una buena cantidad de turistas y de dinero al pequeño pueblo que tan necesitado esta. La bióloga intenta avisar a las autoridades del peligro pero por supuesto, nadie le cree. Frustrada acude al párroco del lugar para pedirle ayuda. Por desgracia, el encuentro entre el joven y apuesto párroco y la totalmente agraciada bióloga solo despertará la semilla de una pasión prohibida entre ambos. El párroco le advierte que nada o muy poco puede hacer, pero que si encuentran las pruebas para mostrar a las autoridades, estás deberán aceptar, así que ambos se embarcan en busca de la bestia marina. Así, en un pequeño bote y en altamar, los cuerpos comienzan sin querer a tocare, a rozarse, y entonces…
Una señal de radar marca que algo gigante se encuentra cerca de la embarcación. Con una luz potente iluminan parte del agua y pueden observar una triangular y gigantesca aleta dando vuelta a una embarcación que casi es de su tamaño. La bestia ataca y golpea el barco con furia mientras sus tripulantes hacen esfuerzos desesperados por no mantenerse en la embarcación pero entonces la bella bióloga cae. El monstruo corta el agua en dirección a la aterrorizada chica que intenta mantenerse a flote. Pide ayuda, pero el atemorizado cura nada puede hacer. Así que solamente brota de sus labios una plegaria en forma de rezo: “Padre nuestro que estás en los cielos…”
Algo parecido a un choque eléctrico dobla el cuerpo del gigantesco tiburón que ruge como si hubiera sido tocado por lava hirviente, mientras se sacude de un lado al otro como, bueno, endemoniado. La chica logra llegar a la embarcación y el cura deja de rezar para subirla. El tiburón vuelve al ataque y surge del agua en el momento en que ella es izada a bordo. El cura no puede evitar gritar: ¡Santa madre de Dios!
Otro espasmo invade el cuerpo del tiburón y es arrojado de nuevo hacia atrás. Sale espuma de su boca. La bióloga mira sorprendida como sus ojos arden como dos tizones rojos.
De ahí en adelante, la pareja poco a poco se dará cuenta de que no se enfrentan a un enemigo común, sino a un tiburón poseído que ha sido llamado a aquel lugar para un objetivo: Destruir un vieja iglesia sumergida gracias a los rituales satánicos llevados a cabo en ella cuando fue abandonada, cientos de años atrás.
Fundándose en viejos volúmenes encontrados en la biblioteca del antiguo cura del lugar, y tomando como base las santas escrituras, donde Jesucristo arroja unos demonios al interior de unos cerdos, llegan a la conclusión que la única forma de acabar con la amenaza es intentando un exorcismo al cual la iglesia se opone. El joven cura, tomando fuerza de su fe, intenta por si mismo el exorcismo desde el bote, siete días antes de la fatal regata. .
- ¡Dime tu nombre! ¡Por el Gran Dios! ¡Exijo que me des tu nombre!
Una escena espectacular nos muestra al tiburón sacando la cabeza del agua, mientras ruge y ríe al mismo tiempo para después hablar en grueso y rasposo latín.
- ¡Mi nombre es Legión!
En medio del horror, el joven se da cuenta de que todo aquello no es un juego. El tiburón trae en su interior, a Legión, un grupo de antiguos demonios difíciles de expulsar y aplacar. Con la moral baja y el miedo subiéndole por las piernas, el tiburón logra enfrentarse al exorcismo y casi destruye la embarcación y a sus dos tripulantes.
Ahora todo está claro, o el cura se pone las pilas o la gran regata se convertirá en un gran festín sacrificio para Legión, que espera el día con ansia. El cura esta devastado. El no tiene ni la fuerza ni la preparación y nadie en obispado puede ayudarle. En medio de esta crisis y en una noche que sus fuerzas bajan la guardia, él y Rose sucumben ante lo impensable. La noche acaba ardiendo de pasión en un cuarto de la parroquia.
No les platico más porque de ahí en adelante la acción se acrecenta. La persecución de las regatas, aunque en computadora, es espectacular y el enfrentamiento del joven cura con su traje de neopreno diseñado la mitad negro y la mitad morado con una cruz roja en la solapa, para enfrentarse al exorcismo del monstruo marino dentro de la iglesia sumergida es verdaderamente increíble.
Algunos opinarán que esta película es una cruza entre El Crimen del Padre Amaro, Exorcista y Tiburón, con algo de Baywatch (en especial en las tomas de la bióloga y en la ardiente escena de alcoba que casi raya con el porno-soft), pero su original guión va más allá de esa simple mezcla para convertirla en una película que de esas que se vuelven de culto. Así que yo les digo: Si la ven, y no la adquieren, la verdad es que merecen ser devorados por un tiburón o poseidos por muchos demonios aburridos.
¡Superarchirecomendada!
Algo golpea a la inestable canoa y esta se mueve de un lado al otro como en balancín. La chica, con una sonrisa endemoniada, comienza a reír ásperamente y el chamán parece entender de inmediato lo que está pasando, pero… ¡demasiado tarde! Una gigantesca bestia surge del agua como un torpedo enfurecido y hace volar la canoa (una maqueta) y a sus dos tripulantes (dos muñequitos) por el aire. Es el terror de los mares, el devorador de hombres: el gran tiburón blanco.
Los cuerpos del chamán y la chica caen como costales en el agua y el primero, en medio del horror, intenta volver a la superficie, pero el gran asesino en un movimiento de alta velocidad lo parte en dos con sus mandíbulas. La chica, como si estuviera hecha de cemento, se hunde en las profundidades mientras una sombra alargada y titánica se acerca hacia ella. El tiburón abre sus mandíbulas. El demonio en la chica sonríe… y una gran mordida sella lo que será el destino del tiburón…
Yo no podía creerlo, pero aquí está. Si. Una épica de los mares hecha realidad: EXORCISTA CONTRA TIBURON (Vetsen Lispeberg, EU, 2008) es una de esas películas que nos recuerda que aún hay cosas nuevas bajo el sol y nos devuelven la fe en la cinematografía fantástica. En una época donde Alien se enfrenta al Depredador y donde Jason se cita con Freddy, faltaba lo que sería el enfrentamiento definitivo.
No es la primera película de Lispeberg, quien ya había realizado dos filmes antes para el SCI-FI Channel: STEEL CAVES, un filme muy libremente basado en la novela de Issac Asimov que pasó sin pena ni gloria por las pantallas del canal y PUPPET MINDS, una historia que nos recuerda a los Puppet Masters de Robert A. Heinlein, pero con un giro muy interesante: Eran las mentes de los extraterrestres las que eran invadidas por los humanos y no al revés. Al final, una humana que invade la mente de un extraterrestre traiciona a su propia raza por haberse enamorado de su acompañante del otro mundo, una especie de oruga gigante, pero muy simpático y de buenos sentimientos.
Lispeberg habla sobre su odisea de llevar a la pantalla chica Exorcista vs. Tiburón y nos menciona que al principio, el canal no tenía una muy buena espina en lo que se refería a unir estos dos íconos del cine en una sola película y en un enfrentamiento tan singular, pero después de muchas pláticas y de un corto filmado ex profeso UFOFilms y SCI-FI Channel dieron el visto bueno para el proyecto, que se filmó casi en su totalidad en su natal Hungria, con actores del lugar y un equipo técnico básico que se transportó desde los Estados Unidos. Otras escenas fueron filmadas en playas del mar negro que simulaban ser las playas de Nueva Jersey, con un resultado algo dudoso, pero que a final funcionaba.
La historia va de un joven sacerdote que es envido a un pequeño pueblo pesquero en sustitución a un cura del lugar que murió de viejo. El joven se enfrenta a una población huraña y a veces hasta grosera que lo hará dudar de su capacidad para llevar la parroquia de aquel lugar. Y entonces ocurre el desastre. Después de una tormenta un bote pesquero es encontrado totalmente destrozado en las rocosas playas del lugar. Ninguno de sus tripulantes ha sido encontrado con vida y todos achacan la culpa a la fuerte tormenta, pero Rose Helster, una bióloga marina que se encuentra haciendo su tesis de doctorado en la región comienza a dudarlo, pues descubre clavados en los maderos de la embarcación, un gran número de triangulados dientes blancos que son indudablemente de un tiburón. Y de un tiburón verdaderamente monstruoso.
A pesar de la tormenta, dentro de poco se realizará una importante competencia de regata en el lugar, lo que trae una buena cantidad de turistas y de dinero al pequeño pueblo que tan necesitado esta. La bióloga intenta avisar a las autoridades del peligro pero por supuesto, nadie le cree. Frustrada acude al párroco del lugar para pedirle ayuda. Por desgracia, el encuentro entre el joven y apuesto párroco y la totalmente agraciada bióloga solo despertará la semilla de una pasión prohibida entre ambos. El párroco le advierte que nada o muy poco puede hacer, pero que si encuentran las pruebas para mostrar a las autoridades, estás deberán aceptar, así que ambos se embarcan en busca de la bestia marina. Así, en un pequeño bote y en altamar, los cuerpos comienzan sin querer a tocare, a rozarse, y entonces…
Una señal de radar marca que algo gigante se encuentra cerca de la embarcación. Con una luz potente iluminan parte del agua y pueden observar una triangular y gigantesca aleta dando vuelta a una embarcación que casi es de su tamaño. La bestia ataca y golpea el barco con furia mientras sus tripulantes hacen esfuerzos desesperados por no mantenerse en la embarcación pero entonces la bella bióloga cae. El monstruo corta el agua en dirección a la aterrorizada chica que intenta mantenerse a flote. Pide ayuda, pero el atemorizado cura nada puede hacer. Así que solamente brota de sus labios una plegaria en forma de rezo: “Padre nuestro que estás en los cielos…”
Algo parecido a un choque eléctrico dobla el cuerpo del gigantesco tiburón que ruge como si hubiera sido tocado por lava hirviente, mientras se sacude de un lado al otro como, bueno, endemoniado. La chica logra llegar a la embarcación y el cura deja de rezar para subirla. El tiburón vuelve al ataque y surge del agua en el momento en que ella es izada a bordo. El cura no puede evitar gritar: ¡Santa madre de Dios!
Otro espasmo invade el cuerpo del tiburón y es arrojado de nuevo hacia atrás. Sale espuma de su boca. La bióloga mira sorprendida como sus ojos arden como dos tizones rojos.
De ahí en adelante, la pareja poco a poco se dará cuenta de que no se enfrentan a un enemigo común, sino a un tiburón poseído que ha sido llamado a aquel lugar para un objetivo: Destruir un vieja iglesia sumergida gracias a los rituales satánicos llevados a cabo en ella cuando fue abandonada, cientos de años atrás.
Fundándose en viejos volúmenes encontrados en la biblioteca del antiguo cura del lugar, y tomando como base las santas escrituras, donde Jesucristo arroja unos demonios al interior de unos cerdos, llegan a la conclusión que la única forma de acabar con la amenaza es intentando un exorcismo al cual la iglesia se opone. El joven cura, tomando fuerza de su fe, intenta por si mismo el exorcismo desde el bote, siete días antes de la fatal regata. .
- ¡Dime tu nombre! ¡Por el Gran Dios! ¡Exijo que me des tu nombre!
Una escena espectacular nos muestra al tiburón sacando la cabeza del agua, mientras ruge y ríe al mismo tiempo para después hablar en grueso y rasposo latín.
- ¡Mi nombre es Legión!
En medio del horror, el joven se da cuenta de que todo aquello no es un juego. El tiburón trae en su interior, a Legión, un grupo de antiguos demonios difíciles de expulsar y aplacar. Con la moral baja y el miedo subiéndole por las piernas, el tiburón logra enfrentarse al exorcismo y casi destruye la embarcación y a sus dos tripulantes.
Ahora todo está claro, o el cura se pone las pilas o la gran regata se convertirá en un gran festín sacrificio para Legión, que espera el día con ansia. El cura esta devastado. El no tiene ni la fuerza ni la preparación y nadie en obispado puede ayudarle. En medio de esta crisis y en una noche que sus fuerzas bajan la guardia, él y Rose sucumben ante lo impensable. La noche acaba ardiendo de pasión en un cuarto de la parroquia.
No les platico más porque de ahí en adelante la acción se acrecenta. La persecución de las regatas, aunque en computadora, es espectacular y el enfrentamiento del joven cura con su traje de neopreno diseñado la mitad negro y la mitad morado con una cruz roja en la solapa, para enfrentarse al exorcismo del monstruo marino dentro de la iglesia sumergida es verdaderamente increíble.
Algunos opinarán que esta película es una cruza entre El Crimen del Padre Amaro, Exorcista y Tiburón, con algo de Baywatch (en especial en las tomas de la bióloga y en la ardiente escena de alcoba que casi raya con el porno-soft), pero su original guión va más allá de esa simple mezcla para convertirla en una película que de esas que se vuelven de culto. Así que yo les digo: Si la ven, y no la adquieren, la verdad es que merecen ser devorados por un tiburón o poseidos por muchos demonios aburridos.
¡Superarchirecomendada!
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