El Congo. Imaginemos una superficie tan grande como Inglaterra, Francia y España juntas. Imaginémonos, ahora, toda esa superficie cubierta por árboles de entre seis y sesenta metros de altura. Y, bajo los árboles, nada. Hace poco comentábamos en Capitán Quasar una novela de Albert Sánchez Piñol: LA PIEL FRIA.
En lo particular creo que no fui lo suficientemente justo con ella. El comentario fue un poco superficial debido a que comentar la novela hubiera sido contarla toda y aquí nadie quiere “spoilers”.
Pues bien, hacia mucho que no leía una novela tan interesante como esa… o eso creía.
PANDORA EN EL CONGO es la nueva novela de Albert Sánchez Piñol (la segunda para ser exactos) y en lo particular, creo que está a nivel de la PIEL FRIA. Para los que sepan del negocio, les diré que Sánchez Piñol es una especie de escritor de Weird Tales (una revista de los 30’s de fantasía y horror donde escribían famosos como Lovecraft, Clark Ashton Smith o Robert E. Howard) y de hecho sus dos historias parecen arrancadas de ahí. De hecho, en una entrevista dio a entender que pretendía crear una especie de trilogía temática fantástica: una novela dedicada al mar, otra a la tierra y otra al aire (la que falta).
PANDORA EN EL CONGO se circunscribe entre las historias que conocemos bajo el nombre de “Razas Perdidas”, historias muy comunes en las revistas fantásticas como la antes mencionada, donde los aventureros encuentran una civilización antigua y perdida en algún lugar exótico del mundo… o bajo él. La historia de Sánchez Piñol inicia precisamente en el Londres de 1914, donde nuestro protagonista trabaja de “negro” literario (me refiero a los escritores “fantasmas” que escriben historias para que otro las firme), para un famoso “escritor” de aventuras en el África, el Dr. Flag. Por una serie de extraordinarias coincidencias, Thomas Thomson acabará trabajando para un abogado que le pide un extraño encargo: Novelizar la biografía de un defendido suyo, acusado de matar a dos juniors de sociedad en lo más profundo de la selva del Congo.
Thomson acepta el encargo y conoce a Marcus Garvey, un joven jardinero que le contará la más extraña de todas las historias, sobre un viaje en busca de oro y diamantes, de negros esclavizados ( sin ánimo de ofender al biógrafo presente, claro), del comercio del marfil, de la selva profunda e inmisericorde, de minas abismales, de cacerías de leones…y del mundo tenebroso que vive oculto bajo la tierra, esperando.
PANDORA EN EL CONGO no se queda en la historia superficial. Tiene un intertexto que, al igual que en la primera novela, nos habla de lo profundo y abisal de la naturaleza humana que a veces puede ser más bestial que la de las mismas bestias porque nuestra naturaleza se entremezcla con los recovecos de los deseos, las carencias, las frustraciones y la soledad de muchas de nuestras almas.
Al igual que en los relatos de Weird Tales, Sánchez Piñol también adopta una especie de formula y varios de los tópicos que en la otra se trataban, son vueltos a explorar aquí, pero desde otro ángulo, por ejemplo, el contacto sexual con criaturas que no podríamos, o muy difícilmente podríamos, pues, llamar humanas; el eterno cliché de los nombres referenciales o invertidos (Thomas Thomson, Batis Cafó, Aneris o Amgam) pero todo ello a conciencia, con un objetivo muy definido en mente y como guiños especiales para todos aquellos lectores - que aún habemos muchos – que nos apasionan los relatos de aventuras de aquellas épocas, antecesores directos de aventureros como Indiana Jones, (que de hecho, sus aventuras son también un tributo franco y directo a estas novelitas “pulp” baratas), llenas de aventura, maravilla, sorpresa y emoción.
El Congo. Un océano verde. Y bajo los árboles, nada.
PANDORA EN EL CONGO
Albert Sánchez Piñol
Ed. Suma de Letras. México.
www.sumadeletras.com
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