martes, octubre 31, 2006

PANCHO VILLA Y LOS NIÑOS DE LA BOLA


Cada año se presenta en Parral, Chihuahua, estado de México, una feria-festival a la que se le conoce como Jornadas Villistas.

La Jornadas Villistas son una serie de celebraciones en honor del General Francisco Villa, conocido como el centauro del norte, y tras cuya figura hay una gran carga de mito y leyenda.
Al Gral. Villa lo ajusticiaron exactamente al lado de la escuela donde yo estudié 14 años de mi vida. Afuera, al lado de un gran árbol que ya no está, puedes ver una estrella de metal en el suelo. Ahí fue donde el auto donde iba el día en que fue masacrado, fue a estrellarse.
La leyenda dice que Villa dijo un día antes de su muerte: “Parral…No sé… ¡me gusta hasta para morir!”

Pues bueno, no espero mucho. Ahí lo mataron.

Villa es un héroe muy respetado en el mundo entero, algo así como el Robin Hood mexicano, nomás que de a de veras. John Reed, el famoso periodista gringo anduvo con él en la bola, antes de partir para a Rusia para cubrir la revolución bolchevique.
El problema, y todos en Parral lo saben, aunque no lo dicen, es que Villa tiene tanto de héroe como de bandido. Podía mostrar un corazón de oro o conmoverse hasta las lagrimas pero también podía convertirse en el más sanguinario de los carniceros y ¡cuidado con encontrarse al general así!.

El pasado mes de Julio, tuve la suerte de acudir a mis primeras Jornadas Villistas y la verdad, no me lo esperaba, estuvo de lujo. Los espectáculos culturales fueron de un gran nivel, sin duda internacional. Me tocó ir a tres, pero el que más me gusto fue la obra de teatro llamada PANCHO VILLA Y LOS NIÑOS DE LA BOLA.
La obra de teatro se presento en una de las explanadas de la Mina de la Prieta y para su presentación se construyó una pequeña carpa, como las de inicio de siglo. Adentro, los asientos están acomodados en desnivel, así que nadie se pierde de nada. Pero lo más interesante de la construcción es el escenario. No es plano sino son dos rampas que se unen en forma de V y con los cuales el equipo puede simular, un paisaje, un tren, un cuarto, una casa…

PANCHO VILLA Y LOS NIÑOS DE LA BOLA, son 4 historias entrelazadas de cómo vivían los niños en la época de la revolución. Contra todo lo que podía pensarse la obra goza de un estupendo sentido del humor y además de todo, de una visión muy acertada sobre ese tiempo.
Mientras la gente mayor se encerraba en sus casas porque podían ser recluidos para “la bola” ya sea por federales o villistas, los niños hacían de la ciudad su campo de juego. Nadie les disparaba, nadie los lastimaba. Ellos eran los únicos testigos de los ajusticiados en las esquinas o los que transmitían las noticias de casa en casa. Su visión de inocencia en parte los protegía del salvaje mundo que se movía a su alrededor y al ratito ya estaban acostumbrados a ver colgados y fusilados.
La obra se mueve pues, alrededor de los recuerdos de un militar mayor, cuya memoria revive diferentes épocas de si infancia y juventud. La historia de su hermano menor, que acabó en la bola y frente al cual Villa se transformó en un mar de lagrimas. La mejor amiga de su mama, una jovencita dicharachera, vulgar y muy alegre a la cual le tomaron una foto que se convertiría en clásica e histórica ( ¡la de la rielera! ). Su hermana la bailarina que le gustaba jugar con – ¡uppps! – cadáveres. Y por supuesto, su propia historia que se entremezcla con los susurros de sus dos yo pasados: el Joven y el adulto.

PANCHO VILLA Y LOS NIÑOS DE LA BOLA de Antonio Zuñiga es una obra como no la había visto en mucho tiempo y las actuaciones son punto más que excelentes. Me gustó porque los diálogos sonaban reales y porque los actores le supieron imprimir el feeling que se necesitaba para hacerlo creíble. yolanda Abbud, Gilberto Barraza, Manuel Chávez, Xochiquetzal Rodríguez, Roberto Heredia y Citlali Rodríguez, se sacaron un Diez, y la escenografía e iluminación de Jesús Hernández, vestuario de Sergio Ruiz, y la dirección de Rodolfo Guerrero, hicieren más que un buen trabajo.

La escena final, la del vagón del tren moviéndose en la soledad de una azul y estrellada noche, es una de las mas conmovedoras imágenes que me ha tocado ver en teatro y la historia algo difícil de olvidar.

Si un día escuchan hablar de que presentan en su ciudad esta estupenda obra, júrenlo que si no van, merecen ser fusilados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola hola, aqui yo que me quiero comunicar pero no se si se pueda...

Anónimo dijo...

Hola Gabriel Benitez,me complace mucho que hables de esta obra. La dirigi hace un rato y mira que la suerte ha corrido con nosotros y todavia se presenta por aqui o por alla. Ojala un dia podamos platicar un poco mas...GRACIAS!!!

un saludo de
Rodolfo Guerrero(Director de Pancho villa y los Niños de la bola)rolfo68@yahoo.com.mx