A primera vista, se parece a cualquier otro filme desechable de verano, esta vez sobre una guerra de robots en el espacio. Pero Transformers: The Revenge of the Fallen tal vez sea la película más militarizada de todos los tiempos.
Aún más que su predecesora, la cinta Transformers: The Revenge of the Fallen (La venganza de los caídos), de reciente estreno en México, está atiborrada de una cantidad agotadora de equipo militar pesado. Además de que muchos de los personajes del filme son militares, se utilizaron soldados estadunidenses reales como extras, y grandes segmentos del filme fueron hechos en bases de Estados Unidos.
En general, se asumía que las películas de Transformers eran publicidades de juguetes disfrazadas de películas; pero dada la fuerza de Revenge of the Fallen, surge una nueva pregunta con connotaciones mucho más siniestras en un filme dirigido a los niños: ¿están realmente promoviendo el poderío del ejército estadunidense?
Por reputación, Hollywood es una ciudad de liberales. Los militares rara vez se ven bien en las películas; generalmente son caracterizados como padres que imponen disciplina, matones agresivos, autoritarios inflexibles o, en el caso de American Beauty, nazis gay en secreto que se odian a sí mismos. Pero hay un contingente de cineastas que parecen llevarse muy bien con las tropas, y los principales entre ellos son Michael Bay y el productor Jerry Buckheimer. Bay no sólo dirigió las dos películas de Transformers, sino también otros filmes de guerra exitosos como Pearl Harbor y Armageddon, ambos realizados con gran cooperación militar. Incluso Pearl Harbor tuvo su estreno en un portaaviones del Pentágono.
Ambas películas fueron producidas por Bruckheimer, quien también ha sido el productor de filmes con temas militares como Crimson Tide, Black Hawk Down y Top Gun.
No es difícil ver qué obtienen de esto ambas partes. El uso de equipo militar pesado oficial le da a películas como Revenge of the Fallen un ángulo muy necesario de credibilidad: sin los militares, es sólo un filme sobre robots combatiendo. Y de paso le ahorró a los cineastas millones de dólares en utilería, locaciones y efectos especiales. Mientras tanto, los militares muestran sus equipos más recientes a millones de personas y describen a su personal bajo la mejor luz posible.
Sin embargo, Bay y Bruckheimer no son los únicos cineastas inclinados por lo militar. La primera película ganadora de un Oscar, Wings, de 1927, fue un filme sobre la Primera Guerra Mundial hecha con el apoyo de la fuerza aérea norteamericana. Desde entonces han trabajado juntos al punto que cada rama de las fuerzas armadas cuenta ya con su propio departamento de asuntos públicos en Los Ángeles.
“No hay costos adicionales para el gobierno”, dice Philip Strub, director de medios de entretenimiento en el Departamento de Defensa de EU, quien ha trabajado con Bay desde Armageddon. “Así que si filman operaciones típicas de vuelo en un portaaviones, no cobraríamos nada. Pero si quieren controlar el avión, entonces cobraríamos exactamente lo que le cuesta al escuadrón”. Estos costos varían: de mil dólares por hora un tanque, a más de 25 mil dólares por un avión de combate F-15.
No obstante, todo esto es controlado bajo los términos de las fuerzas armadas. El libreto debe ser entregado para su aprobación, un consultor militar estará presente durante la filmación, y el producto terminado debe ser proyectado a los jefes del Pentágono antes de su estreno. Y si a las fuerzas armadas no les agrada la manera en la que son mostradas en el libreto, no prestarán su ayuda hasta que se hagan los cambios que recomiende. “Nuestro deseo es que los militares sean mostrados como personas buenas intentando hacer lo correcto de la manera correcta”, afirma Strub. “Probablemente ese es nuestro principal imperativo. Queremos que el equipo sea operado y que los soldados actúen entre sí y con los demás como lo harían en la vida real”.
Los niños: objetivo del Pentágono
En su libro de 2004, Operation Hollywood, David Robb presenta una imagen más oscura. Robb documenta las discusiones entre ambas partes en muchos filmes desde la Segunda Guerra Mundial. Es una muestra sorprendente del entretenimiento moldeado por el Pentágono. A veces los cambios son irrisorios. En la película de James Bond, Golden Eye, el Pentágono exigió que se cambiase la nacionalidad de un almirante de EU incompetente si los productores querían helicópteros estadunidenses para el final. Se convirtió en canadiense.
En ocasiones, los cambios son más siniestros. En el drama de la crisis de los misiles cubanos Thirteen Days, el Pentágono objetó la manera en que se mostraba que los generales habían estado a favor de invadir Cuba en esa época, aun cuando los hechos estaban basados en cintas de discusiones dentro de la Casa Blanca. Los militares dijeron que la descripción de los generales era “negativa” y “falsa”. Buscaron alterar las escenas, pero el productor y estrella Kevin Costner se negó, y continuó la filmación sin el apoyo militar.
Al recibir la ayuda militar, dice Robb, la visión del artista es inevitablemente corrompida.
Pero a pesar de los costos extras y las dificultades, muchas de las mejores películas de guerra de Hollywood se han realizado sin el apoyo de las fuerzas armadas: Apocalypse Now, Platoon, MASH, Catch-22, Dr Strangelove. Y cuando se trata de los filmes recientes antiIrak/Bush, sabiendo muy bien cómo operan los militares estadunidenses, los cineastas ni siquiera se molestaron en pedir su apoyo.
Pero los cineastas con un enfoque más comercial han aprendido cómo obtener los beneficios sin enojar a los altos mandos, a través de un proceso que se podría describir como de autocensura. Transformers es el ejemplo perfecto. Primero, no es una película de guerra, sino de ciencia ficción. Su historia fantástica, apolítica, no toca temas de historia o competencia militar.
Segundo, y más preocupante, Transformers está dirigida a los niños. Su público objetivo podría muy bien llegar a asociar a los militares y la guerra sólo con la acción excitante, la tecnología de punta, el deber civil y el heroísmo —y tal vez un día se enlisten.
En la actualidad, a los militares no les gusta hablar sobre el valor de reclutamiento de los filmes, pero está claro que son conscientes del efecto Top Gun. Parece imposible de imaginar ahora, pero en 1986 ver a Tom Cruise, a Val Kilmer y demás vistiendo uniformes blancos y lentes de aviador, de pie ante aviones de combate, envió a muchos hombres jóvenes de EU derecho a la oficina de reclutamiento más cercana. De hecho no tuvieron que ir muy lejos, ya que la Marina instaló casetas especiales de reclutamiento en los cines. Aunque esa estrategia difícilmente funcionaría hoy.
Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, el apetito del público por el entretenimiento patriótico podría no haber disminuido, pero las tasas de reclutamiento son bajas. Y los eventos de la vida real, tales como la cárcel iraquí de Abu Ghraib, los centenares de muertos civiles por el “fuego amigo”, las atrocidades cometidas por los soldados estadunidenses en Irak y Afganistán —para no mencionar a amigos y familiares muertos o mutilados en los conflictos actuales de EU— son disuasivos fuertes.
Por ello, las películas de ciencia ficción dirigidas a audiencias más jóvenes parecen ser una dirección nueva para el reclutamiento militar.
En los últimos años, el Pentágono ha ayudado con War of the Worlds, de Stephen Spielberg, The Day the Earth Stood Still e Iron Man. Próximamente se estrenarán Iron Man 2 y GI Joe (otro juguete que se convierte en película).
¿Cree usted que todo esto sea casualidad y que no hay de qué preocuparse? Bueno, tenga presente que Transformers rompió los récords de taquilla.
© The Guardian Traducción: Franco Cubello para Milenio Diario
4 comentarios:
Gabriel, si tienes oportunidad te recomiendo "Jarhead" que ni idea como le pusieron en México, sin embargo me gusto bastante, no se al estilo de Apocalypse Now y Full Metal Jacket.
Fijate que ya me habian recomendado antes esa película y si la ando buscando. Ahora que tu me dices, pues ya con más ganas... Un saludo
Órale, Capitán, la verdad es que no me había pasado por la cabeza. Pero sí, viéndolas así, las películas de Transformes hacen tal uso de armamento gringo que resulta descarado. Pero ahí va uno de inocente a criticar (porque la vi para criticar, sabiendo que sería mala) y para echar taco de ojo (porque confiezo que Megan también fue un motivo fuerte para que fuera a verla). Ahora que sé esto, ya no veré estas películas "para niños" con los mismos ojos.
Y como dicen los G.I. Joes (admito que también era fan cuando era niño): "saber es la mitad de la batalla" :p
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