lunes, julio 13, 2009

LOS ESCRITORES INVISIBLES de Bernardo Esquinca

Acabo de leerme LOS ESCRITORES INVISIBLES de Bernardo Esquinca y la verdad es que lo disfruté bastante.

Que está lleno de clichés: Si. Que refuerza la mitología del escritor romántico que vive al día: También. Que el tema es un pretexto para unir dos relatos que nada tienen que ver y que el final es una vacilada para salir del paso: exacto. Pero… ¿Y qué? Si el libro te mantiene interesado, si lo puedes leer con fluidez sin tener que andarte atragantando frasecitas que buscan regodearse en el impacto poético de una metáfora (bueno, que también tiene la novela, eso sí), y si acabaste con un buen sabor de boca, entonces la novela cumplió su cometido.

Pero no nos adelantemos.

La trama va de un joven escritor entrando a la treintena (Javier Puente) que jamás ha logrado publicar nada. La buena suerte le viene al paso cuando un misterioso editor que viaja en limusina y su sexy-correctora de compañía le prometen publicarlo siempre y cuando encuentre a Roberto Rojas, un escritor que él conocía y que ha desaparecido. No hay información de su paradero ni pista alguna sobre él o su trabajo, un misterioso libro que buscan desesperadamente dos editoriales muy poderosas. En una segunda parte del libro, el escritor se encuentra en medio de un grupo literario de mujeres, amas de casa, cuyo hobbie es escribir literatura erótica morbosamente extraña.

Esos son los planteamientos, pero si ustedes son de aquellos lectores que buscan un desarrollo estricto de novela policial pues… este no es su libro. Me siento tentado a confesar que al principio catalogue está novela con la lapidaria frase: “En la línea de EL MIEDO A LOS ANIMALES” la novela estilo policial escrita por Enrique Cerna que dé policial solo tiene el estilo porque el final es ramplón y cutre, pero la verdad es que la historia de Esquinca tampoco va por los derroteros de la crítica mordaz hacia el mundo de las editoriales literarias.

Su objetivo no es señalar a nadie, ni quejarse de la hipocresía del mundo literario y sus capillas. Simplemente es el ambiente en se desarrolla la historia, un ambiente de libros, como a él le gustan. Tal vez, su crítica vaya más hacia la figura romántica del escritor “looser” que vive en una pocilga y cuya genialidad ha sido injustamente ahogada por el comercialismo detractor de las editoriales. O no sé – no lo conozco – también tenga un poco de auto-critica.

Al parecer, tal vez mi reseña casi les grita que la obra de Esquinca tiene más carencias que virtudes: No es esto, ni lo otro, ni es mordaz, ni le interesa la ruptura de bla-bla-bla. Y la verdad es algo que le agradezco al autor. Es una historia que escribió, que si te gusta: bien y si no: también. No busca sorprender a nadie con su sabiduría sobre el mundo de las editoriales, y aunque en la segunda parte intente – tal vez – impresionarnos un poco con sus extrañas tramas eróticas para libros que no existirán afuera de este, la verdad es que más que impresionarme, me picó más a su lectura.

Por ahí leí que Rodrigo Fresán había dicho del autor que poseía una imaginación sin duda mucho más ardiente que la de Ballard. Ojala y Esquinca no se lo crea, porque los escritores que se creen estas lisonjeras críticas (aunque vengan del corazón) después comienza a salir con montón de estupideces, cada vez superiores, en espera de cumplir con la profecía.

A final de cuentas hay cosas que no me agradaron en la novela y realmente no sé si deba señalar a Esquinca o a su personaje por ello. Por lo general, los lectores pensamos que los personajes principales de la novela son una especie de alter ego de sus autores y que lo que ellos opinan, no es más que un reflejo de lo que el autor piensa. A lo mejor, en la mayoría de los casos es así. A lo mejor en esta novela no, pero mientras son peras o son manzanas encuentro por ahí el típico bluf de los escritorzuelos que sienten que solo sus gustos merecen ser parte del paraíso.

Bukowski, Ballard, Palahniuk, y otros apellidos raros son mencionados como los poseedores de la verdad exquisita de las letras, y eso es algo que no soporto. Tampoco me gusta que evite al máximo decir que Ballard escribía ciencia-ficción, como si eso fuera un pecado. Además la declaración final de que “la conspiración del mundo editorial es contra todos los libros buenos, porque los libros buenos de verdad no venden” es contradictoria. Ballard vende mucho y Bukowski no se diga. Palahniuk se convirtió en Best Seller y Bret Easton Ellis también. Así que si tomáramos en serio está iluminada conclusión nos daríamos cuenta de que estos escritores tan celebrados por nuestros literatos son realmente una basura.

Finalmente me gustaría terminar señalando algo que tal vez no le gustaría mucho al autor pero que por dentro acabaría causándole la más grata de las sensaciones. Yo pienso que su novela es bastante comercial. Creo que no se detendrá en los 2000 ejemplares que marca su tiraje sino que se venderá más. Y sé que muchos de sus lectores serán escritores porque como ocurre con Harry Potter y los preadolescentes, muchos escritores no podrán evitar el atractivo de verse reflejados en la situación del personaje principal. A esos escritores yo les digo: no entren buscando un estudio a conciencia sobre el infierno interior de “aquellos que escriben”. Es un cuento grato y desinhibido, no un tratado psicológico sobre el escritor y el mundo de las editoriales… es una novelita para lo que deben ser escritas todas las novelas: para ser leída y disfrutada.

Párale de contar.

LOS ESCRITORES INVISIBLES
de Bernardo Esquinca
Col. Letras Mexicanas, Fondo de Cultura Económica, México, 2009

domingo, julio 12, 2009

EL PENTAGONO SE REARMA EN HOLLYWOOD

A primera vista, se parece a cualquier otro filme desechable de verano, esta vez sobre una guerra de robots en el espacio. Pero Transformers: The Revenge of the Fallen tal vez sea la película más militarizada de todos los tiempos.

Aún más que su predecesora, la cinta Transformers: The Revenge of the Fallen (La venganza de los caídos), de reciente estreno en México, está atiborrada de una cantidad agotadora de equipo militar pesado. Además de que muchos de los personajes del filme son militares, se utilizaron soldados estadunidenses reales como extras, y grandes segmentos del filme fueron hechos en bases de Estados Unidos.

En general, se asumía que las películas de Transformers eran publicidades de juguetes disfrazadas de películas; pero dada la fuerza de Revenge of the Fallen, surge una nueva pregunta con connotaciones mucho más siniestras en un filme dirigido a los niños: ¿están realmente promoviendo el poderío del ejército estadunidense?

Por reputación, Hollywood es una ciudad de liberales. Los militares rara vez se ven bien en las películas; generalmente son caracterizados como padres que imponen disciplina, matones agresivos, autoritarios inflexibles o, en el caso de American Beauty, nazis gay en secreto que se odian a sí mismos. Pero hay un contingente de cineastas que parecen llevarse muy bien con las tropas, y los principales entre ellos son Michael Bay y el productor Jerry Buckheimer. Bay no sólo dirigió las dos películas de Transformers, sino también otros filmes de guerra exitosos como Pearl Harbor y Armageddon, ambos realizados con gran cooperación militar. Incluso Pearl Harbor tuvo su estreno en un portaaviones del Pentágono.

Ambas películas fueron producidas por Bruckheimer, quien también ha sido el productor de filmes con temas militares como Crimson Tide, Black Hawk Down y Top Gun.

No es difícil ver qué obtienen de esto ambas partes. El uso de equipo militar pesado oficial le da a películas como Revenge of the Fallen un ángulo muy necesario de credibilidad: sin los militares, es sólo un filme sobre robots combatiendo. Y de paso le ahorró a los cineastas millones de dólares en utilería, locaciones y efectos especiales. Mientras tanto, los militares muestran sus equipos más recientes a millones de personas y describen a su personal bajo la mejor luz posible.

Sin embargo, Bay y Bruckheimer no son los únicos cineastas inclinados por lo militar. La primera película ganadora de un Oscar, Wings, de 1927, fue un filme sobre la Primera Guerra Mundial hecha con el apoyo de la fuerza aérea norteamericana. Desde entonces han trabajado juntos al punto que cada rama de las fuerzas armadas cuenta ya con su propio departamento de asuntos públicos en Los Ángeles.

“No hay costos adicionales para el gobierno”, dice Philip Strub, director de medios de entretenimiento en el Departamento de Defensa de EU, quien ha trabajado con Bay desde Armageddon. “Así que si filman operaciones típicas de vuelo en un portaaviones, no cobraríamos nada. Pero si quieren controlar el avión, entonces cobraríamos exactamente lo que le cuesta al escuadrón”. Estos costos varían: de mil dólares por hora un tanque, a más de 25 mil dólares por un avión de combate F-15.

No obstante, todo esto es controlado bajo los términos de las fuerzas armadas. El libreto debe ser entregado para su aprobación, un consultor militar estará presente durante la filmación, y el producto terminado debe ser proyectado a los jefes del Pentágono antes de su estreno. Y si a las fuerzas armadas no les agrada la manera en la que son mostradas en el libreto, no prestarán su ayuda hasta que se hagan los cambios que recomiende. “Nuestro deseo es que los militares sean mostrados como personas buenas intentando hacer lo correcto de la manera correcta”, afirma Strub. “Probablemente ese es nuestro principal imperativo. Queremos que el equipo sea operado y que los soldados actúen entre sí y con los demás como lo harían en la vida real”.
Los niños: objetivo del Pentágono

En su libro de 2004, Operation Hollywood, David Robb presenta una imagen más oscura. Robb documenta las discusiones entre ambas partes en muchos filmes desde la Segunda Guerra Mundial. Es una muestra sorprendente del entretenimiento moldeado por el Pentágono. A veces los cambios son irrisorios. En la película de James Bond, Golden Eye, el Pentágono exigió que se cambiase la nacionalidad de un almirante de EU incompetente si los productores querían helicópteros estadunidenses para el final. Se convirtió en canadiense.

En ocasiones, los cambios son más siniestros. En el drama de la crisis de los misiles cubanos Thirteen Days, el Pentágono objetó la manera en que se mostraba que los generales habían estado a favor de invadir Cuba en esa época, aun cuando los hechos estaban basados en cintas de discusiones dentro de la Casa Blanca. Los militares dijeron que la descripción de los generales era “negativa” y “falsa”. Buscaron alterar las escenas, pero el productor y estrella Kevin Costner se negó, y continuó la filmación sin el apoyo militar.

Al recibir la ayuda militar, dice Robb, la visión del artista es inevitablemente corrompida.
Pero a pesar de los costos extras y las dificultades, muchas de las mejores películas de guerra de Hollywood se han realizado sin el apoyo de las fuerzas armadas: Apocalypse Now, Platoon, MASH, Catch-22, Dr Strangelove. Y cuando se trata de los filmes recientes antiIrak/Bush, sabiendo muy bien cómo operan los militares estadunidenses, los cineastas ni siquiera se molestaron en pedir su apoyo.

Pero los cineastas con un enfoque más comercial han aprendido cómo obtener los beneficios sin enojar a los altos mandos, a través de un proceso que se podría describir como de autocensura. Transformers es el ejemplo perfecto. Primero, no es una película de guerra, sino de ciencia ficción. Su historia fantástica, apolítica, no toca temas de historia o competencia militar.

Segundo, y más preocupante, Transformers está dirigida a los niños. Su público objetivo podría muy bien llegar a asociar a los militares y la guerra sólo con la acción excitante, la tecnología de punta, el deber civil y el heroísmo —y tal vez un día se enlisten.

En la actualidad, a los militares no les gusta hablar sobre el valor de reclutamiento de los filmes, pero está claro que son conscientes del efecto Top Gun. Parece imposible de imaginar ahora, pero en 1986 ver a Tom Cruise, a Val Kilmer y demás vistiendo uniformes blancos y lentes de aviador, de pie ante aviones de combate, envió a muchos hombres jóvenes de EU derecho a la oficina de reclutamiento más cercana. De hecho no tuvieron que ir muy lejos, ya que la Marina instaló casetas especiales de reclutamiento en los cines. Aunque esa estrategia difícilmente funcionaría hoy.

Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, el apetito del público por el entretenimiento patriótico podría no haber disminuido, pero las tasas de reclutamiento son bajas. Y los eventos de la vida real, tales como la cárcel iraquí de Abu Ghraib, los centenares de muertos civiles por el “fuego amigo”, las atrocidades cometidas por los soldados estadunidenses en Irak y Afganistán —para no mencionar a amigos y familiares muertos o mutilados en los conflictos actuales de EU— son disuasivos fuertes.

Por ello, las películas de ciencia ficción dirigidas a audiencias más jóvenes parecen ser una dirección nueva para el reclutamiento militar.

En los últimos años, el Pentágono ha ayudado con War of the Worlds, de Stephen Spielberg, The Day the Earth Stood Still e Iron Man. Próximamente se estrenarán Iron Man 2 y GI Joe (otro juguete que se convierte en película).

¿Cree usted que todo esto sea casualidad y que no hay de qué preocuparse? Bueno, tenga presente que Transformers rompió los récords de taquilla.

© The Guardian Traducción: Franco Cubello para Milenio Diario

sábado, julio 04, 2009

AUSTRALOVENATOR: El nuevo supercazador

AP
El Universal
Viernes 03 de julio de 2009
09:32

Los científicos confirmaron por primera vez que Australia fue habitada por un tipo de dinosaurio de gran dimensión, veloz y aterrador, a quien le han puesto un nombre tomado de una película de Arnold Schwarzenegger: Australovenator.

La bestia carnívora de unos 500 kilogramos de peso ( mil 100 libras) y armada de tres garras tan afiladas como cuchillas en cada extremidad delantera, vivió en el área hace 98 millones de años, dijeron los investigadores en un reporte publicado el viernes.

Los restos fosilizados de huesos de extremidades, costillas, una mandíbula y colmillos fueron hallados, juntos con los huesos de otras dos nuevas especies de gigantescos herbívoros de cuello alargado que pesaban unas 20 toneladas métricas (22 toneladas) en el estado de Queensland, en los últimos tres años.

El descubrimiento, que fue analizado en un informe de 51 páginas publicado en la revista de ciencias PLoS ONE en el internet, es el primer hallazgo de dinosaurios de gran tamaño en Australia, de que se tenga conocimiento en 28 años.

Los paleontólogos han señalado a Australia como el nuevo centro de la paleontología de vertebrados y constituye una nueva fuente mundial de recursos para conocer más sobre la era de los dinosaurios. En gran parte se debe a que la topografía llana del terreno que le ha dado estabilidad geológica. El desplazamiento de las placas tectónicas en otros continentes ha permitido que las capas terrestres que contenían fósiles hace decenas de millones de años queden expuestas en la superficie haciendo posible su hallazgo.

En el más reciente hallazgo en Queensland, los paleontólogos excavaron el terreno a una profundidad de un metro a fin de dejar al descubierto la tierra arcillosa que contenía los fósiles.
Los expertos que descubrieron al dinosaurio carnívoro de 5 metros de altura (16 pies) le llamaron Australovenator wintonensis ''Banjo'' en nombre del poeta A.B. ''Banjo'' Paterson compositor de la canción popular australiana ''Waltzing Matilda'', considerada el himno nacional no oficial.
El rancho de ovejas de Paterson quedaba cerca de Winton, un pueblo ganadero vecino al centro donde fueron hallados los restos de dinosaurios.

El significado del nombre en latín es ''cazador sureño de Winton''.

El paleontólogo Scott Hocknull del Museo de Queensland, que dirigió la investigación, dijo en su informe que ''Banjo era el mayor depredador de su época, ágil y ligero''.