En MAGIC GATE estamos a punto de presentar una nueva colección de libros dedicados cada uno a algún tema de los géneros que conforman al fantástico, planeados para ser introducciones útiles e interesantes a los lectores y aquí presentamos el primer capítulo del primero de ellos:
Una puerta al mundo de los
DRAGONES
INTRODUCCIÓN
Si hay una
criatura imaginaria verdaderamente universal, esa parece ser el dragón, un
reptil monstruoso que aparece en los mitos de prácticamente todo el mundo y que
– dependiendo de las culturas – goza de diferentes connotaciones que van desde
lo maléfico hasta la representación de la vida, la fertilidad o la buena
suerte.
Los cinco
continentes guardan imágenes de estas criaturas, muy emparentadas con los
reptiles, y han acompañado a la historia humana desde que hay registros de
nuestras culturas. Pero… ¿en verdad existieron los dragones? ¿Cómo son? ¿De
cuáles hablan la leyenda y el mito? ¿Se basan los dragones en animales
actualmente existentes? ¿Qué representan para la humanidad? ¿Cómo son
considerados hoy en día y que obras cinematográficas y literarias se han basado
en su fuerte imagen?
Con este libro
intentaremos responder a varias de estas preguntas.
I. EL ORIGEN DE LOS DRAGONES
El origen de la palabra dragón
Los dragones
son seres muy similares a los reptiles o emparentados con ellos, y los
reptiles, criaturas de sangre fría muy diferentes a un mamífero, están muy
ligados al agua y a la tierra. Muchos de los reptiles tienen sus guaridas bajo
tierra, lo que los convierte en seres ctónicos, emparentados míticamente con
las sombras y el inframundo, con los secretos ocultos y la tierra de los
muertos. Los reptiles como los dragones, pues, obtienen su sabiduría de los
muertos, de las almas que han pasado a formar parte del polvo.
La palabra
dragón proviene del latín draco, y este del griego δρακων, drakon, ‘gran
víbora’ o ‘serpiente de agua’.
Es así que
encontramos la primera conexión entre estas criaturas y su animal antecedente,
o al menos, entre lo que parece ser así. Al dragón europeo, por ejemplo, en
especial en los mitos germánicos, se le llama worm [wyrm en inglés antiguo,
worm en el alemán y Ormr en el nórdico] que significa serpiente o gran gusano.
En el inglés actual, worm se entiende por gusano o lombriz.
Los mitos y
leyendas catalanas hablan del drac y de una variante femenina de este, la
víbria o vibra, una serpiente con dos grandes pechos, dos garras y alas de
águila. Si ponemos atención, podemos ver su conexión con la palabra castellana
víbora, que, claro, es serpiente.
La serpiente o
gusano uróboros, (también ouroboros o uroboros) (del griego «ουροβóρος»,
"uróvoro", a su vez de oyrá, "cola", y borá,
"alimento") un símbolo medieval muy utilizado en los textos
alquímicos, muestra a un animal con forma de serpiente o dragón que engulle su
propia cola y que conforma, con su cuerpo, una forma circular. El uróboros
simboliza el ciclo eterno de las cosas, el esfuerzo eterno, los círculos que
aparecen una y otra vez. Las cosas mueren y renacen: el invierno es la cola, la
primavera, la boca de la serpiente, que se muerde en un afán de recomenzar los
ciclos.
En nuestro
mundo actual, en especial en la cultura occidental, muy ligada al cristianismo,
no tenemos ya esa idea de las serpientes. Para la mayor parte de nosotros son
criaturas peligrosas que reptan asquerosamente por el suelo y que tienen la
capacidad de matar gracias al veneno de sus colmillos.
La culpa es tal
vez de la representación actual judeo-cristiana de la serpiente, animal del que
se disfrazó el diablo al tentar a Eva para que cortara una manzana del árbol
prohibido de la ciencia, la ofreciera a Adán y eso resultara en la pérdida del
paraíso para el género humano. Incluso, durante la edad media, serían muy
frecuentes las representaciones de Satán o los demonios como serpientes o
dragones que son aniquilados o controlados por Dios por medio de la intercesión
de los santos.
El dragón, por
su cercanía con la serpiente, guarda también muchos de estos simbolismos.
La serpiente y el dragón
Para entender
la imagen simbólica del dragón, es sumamente importante entender antes su relación
con la serpiente – o mejor dicho – a la serpiente como símbolo en la humanidad.
Para las
culturas occidentales modernas, la serpiente resulta un animal repulsivo, signo
de todo lo bajo y rastrero del mal. El veneno con el que cuentan varias de ellas
para protegerse, nos resulta mortal y una mordida de estos animales es muy
temida. Pero para las antiguas culturas no era así. Es muy posible que la
serpiente, como ser ligado a la tierra, fuera considerada también como
depositario de la sabiduría secreta de ésta. Los egipcios las consideraban
seres representantes o manifestaciones de las divinidades. Por ejemplo, en la
tumba de Seti I se puede leer lo siguiente: << El alma de todo dios está
en las serpientes>>. Muchas tribus africanas guardan culto a estos
animales y en las antiguas regiones de Asiria, Caldea, la India, China y Japón,
la serpiente es también un animal de naturaleza divina y que puede ser tanto
benigno como maligno.
En Grecia y el
Medio Oriente, culturas que han sido una influencia decisiva en nuestra actual
cultura occidental, la serpiente es también símbolo de esta sabiduría.
“En la
celebración de los misterios de Dionisio Sábico, se introducía una serpiente
dorada, que por lo general era una inofensiva culebra viva, por la parte
superior del vestido de los que recibían la iniciación; la sacaban por abajo,
cantando este enigmático verso: << El toro es padre del dragón y el
dragón es padre del toro>>, lo cual bajo el lamentable velo de un
realismo obsceno, tenía que ver con cuestiones elevadas relacionadas con la
transformación del alma y de la mente. Y lo mismo la célebre fórmula: <<
Una serpiente no se convierte nunca en dragón volador si no devora antes a otra
serpiente>>”
La serpiente
representó entre los celtas también la guardiana de los misterios, secretos y
conocimientos ocultos. Es tal vez por
eso que muchas son representadas como cuidadoras de tesoros bajo tierra: su
verdadero tesoro es sapiencial. Salida de la madre Tierra, la serpiente era
también una imagen de la vida.
La Anfisbena,
una serpiente que tenía dos cabezas, una en cada extremo, y que fue mencionada
por Plinio el Viejo en sus escritos, es una clara representación de las
polaridades encontradas: bien-mal, luz-oscuridad.
Pero eso no es
todo. La serpiente fue también uno de los emblemas de la luz y símbolo del
fuego, tal vez porque los rayos al caer parecían serpientes ardientes
descendiendo del cielo. Es tal vez esta
imagen de la serpiente la que da origen al mito del libro del Génesis. El
demonio, tomando la forma de una serpiente, seduce y tienta a Eva para que ella
lo haga con Adán. En mi particular interpretación, ya hemos visto cómo el
demonio tiene la facultad de pervertir lo intelectual; por lo tanto, ha tomado
forma de serpiente para engañar, por medio de una imagen de sabiduría, al
hombre. Le ofrece los frutos de un supuesto conocimiento benigno que “lo
transformará en un Dios” para después apartarlo del bien, o del paraíso. La
serpiente es también una representación de la luz, y Luzbel, el ángel rebelde
que será arrojado del cielo para ser convertido en Satán, bien puede ser otra
de esas serpientes divinas – la que más brillaba – que ahora se ha convertido en una corrupción
de lo sabio y lo bueno, para obtener sus alas membranosas, alas del mal y de la
corrupción y ser uno con la oscuridad y la noche.
Es así pues,
que los dragones pueden ser esas “serpientes corruptas” que ahora existen para
servir a las legiones del mal. Por supuesto y una vez más, ésta es más una
visión de la cultura occidental que de la oriental, porque en Oriente, el
dragón-serpiente guarda un concepto totalmente distinto.
Sobre esto se
menciona en el Bestiario Medieval:
“Thuban, el
dragón, es llamado por los árabes tinnin, por los turcos lu y por los mongoles
moghur. Es un animal de cuerpo enorme, de aspecto terrible, con una boca ancha
y muchos dientes, ojos llameantes y con el trascurso del tiempo se convirtió en
un dragón y cambió de forma; sobre este asunto se ha dicho: <<Cuando la
serpiente encuentra oportunidad, se vuelve dragón>>. El autor del Aja
ibu-l-Makhlüqät dice que cuando la serpiente alcanza los treinta metros de
largo y los cien años de edad, la llaman dragón; y sigue haciéndose
gradualmente mayor, hasta que se vuelve tal que los animales terrestres se
aterrorizan al verla. Dios todopoderoso la arroja entonces al mar; y también en
el océano aumenta su tamaño, de forma que excede de diez mil metros; le nacen
dos aletas como aun pez y sus movimientos causan las olas del mar”.
Podemos
concluir con lo que menciona Massimo Izzi en su excelente obra Diccionario
ilustrado de los monstruos:
“Al volver a
examinar globalmente todo el material, aparece con claridad que no existen
diferencias fundamentales entre el simbolismo del dragón y el de la serpiente
(a cuya identidad remite por otra parte también la etimología), sino de “peso”:
es decir, el dragón es una superserpiente, y lleva al máximo nivel los
significados ya prefigurados por ésta”