viernes, marzo 24, 2006

LOS PARAISOS DE LA MEMORIA


Giambattista Bodoni despierta en una cama de hospital solo para enterarse de que no recuerda nada. No reconoce a su familia, a su esposa, a sus hijas. Ha perdido todo contacto con el pasado y lo que es peor, con él mismo.

Bodoni regresa pues a vivir una vida que desconoce. Su esposa, para ayudarlo en el proceso e recuperación, lo envía por una temporada a la casa que fue su hogar cuando fue niño y joven. Ahí, rodeado de sus viejos libros, historietas, discos, recortes de periódicos, afiches y juguetes, Bodoni recomenzará un viaje de pistas hacia su neblinoso pasado.

Esta es básicamente la historia de la última novela de Umberto Eco: LA MISTERIOSA LLAMA DE LA REINA LOANA, una novela ilustrada que incluye las portadas y los dibujos de todo aquello que ha quedado perdido en la nostalgia: las portadas de las novelas de Verne y Salgari, las fundas de los discos, los dibujos de las historietas de Flash Gordon, las cubiertas de las revistas de misterio, los póster y postales de jóvenes de los años 20…

La idea no era mala. Si navegar en el pasado de la gente que desconocemos resulta impactante, mucho más misterioso y sobrecogedor debe ser el reinventar nuestro propio pasado en base a pistas que nos vayan descubriendo poco a poco quien o como somos nosotros.

Sin embargo, esta vez a Eco le falló: La novela se lee con interés pero es claramente notorio que resulta muy pretenciosa.

1. En primer lugar, no parece una historia de autodescubrimiento de si mismo, sino un catálogo de pistas que le comprueba al protagonista que siempre ha sido un enamorado del arte más refinado y de la literatura más exquisita, lo cual ya resulta chocante.

2. El personaje se adapta a su nueva vida sin memoria con la facilidad de quien tiene la existencia arreglada. Al poco tiempo ya habla con su esposa que “no conoce” como si fueran íntimos de toda la vida. Que si lo son, pues, pero el tipo NO tiene memoria. ¿entienden?

3. Realmente es una novela de nostalgia y se adivina que el personaje principal es un alter ego de Eco.

4. Aún rodeado de literatura juvenil y “subliteratura” cualquier cosa de esas que cae en manos de Eco se adivina, que por ese simple hecho ya toma una dimensión más intelectual o de divertimiento literario. Si Eco hubiera mencionado al “Sensacional de Amor” entre sus lecturas de la infancia de seguro ahora serian ya sub-literatura digna de estudios serios.

Realmente no es mala la novela y si es muy disfrutable para los lectores, porque básicamente las lecturas de infancia de Eco también fueron nuestras, pero, como decía, ya resulta molesto que cada rato te salten “gotitas de sabihondez” que nos recuerdan que toda la mierda que leyó de niño solo era una preparación para un futuro de lecturas selectas y exquisitas:

“ese momento me recordó aquellas palabras que quedaron grabadas con fuego en mi mente reactiva, las del Petronio de Voccachio, (lease dando un énfasis en la doble C y latinizando en exceso la CH, para que suene con más “arte”) que mas tarde serian repetidas por otros autores pre-bizantinos en las obras de “Urbi et Orbi” recopiladas por el Marques de Charrabas cuando se celebraban aquellos majestuosos bacanales, inflamados de excesos y poesía en el Paliondro de Bercejuez…”

Lo anterior no viene en la novela, pero les juro que así suena.

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