miércoles, agosto 07, 2024

Una puerta al mundo de LOS DRAGONES

 


En MAGIC GATE estamos a punto de presentar una nueva colección de libros dedicados cada uno a algún tema de los géneros que conforman al fantástico, planeados para ser introducciones útiles e interesantes a los lectores y aquí presentamos el primer capítulo del primero de ellos: 


Una puerta al mundo de los 

DRAGONES


INTRODUCCIÓN

Si hay una criatura imaginaria verdaderamente universal, esa parece ser el dragón, un reptil monstruoso que aparece en los mitos de prácticamente todo el mundo y que – dependiendo de las culturas – goza de diferentes connotaciones que van desde lo maléfico hasta la representación de la vida, la fertilidad o la buena suerte.

Los cinco continentes guardan imágenes de estas criaturas, muy emparentadas con los reptiles, y han acompañado a la historia humana desde que hay registros de nuestras culturas. Pero… ¿en verdad existieron los dragones? ¿Cómo son? ¿De cuáles hablan la leyenda y el mito? ¿Se basan los dragones en animales actualmente existentes? ¿Qué representan para la humanidad? ¿Cómo son considerados hoy en día y que obras cinematográficas y literarias se han basado en su fuerte imagen?

Con este libro intentaremos responder a varias de estas preguntas.

 

I. EL ORIGEN DE LOS DRAGONES

 

El origen de la palabra dragón

Los dragones son seres muy similares a los reptiles o emparentados con ellos, y los reptiles, criaturas de sangre fría muy diferentes a un mamífero, están muy ligados al agua y a la tierra. Muchos de los reptiles tienen sus guaridas bajo tierra, lo que los convierte en seres ctónicos, emparentados míticamente con las sombras y el inframundo, con los secretos ocultos y la tierra de los muertos. Los reptiles como los dragones, pues, obtienen su sabiduría de los muertos, de las almas que han pasado a formar parte del polvo.

La palabra dragón proviene del latín draco, y este del griego δρακων, drakon, ‘gran víbora’ o ‘serpiente de agua’. 

Es así que encontramos la primera conexión entre estas criaturas y su animal antecedente, o al menos, entre lo que parece ser así. Al dragón europeo, por ejemplo, en especial en los mitos germánicos, se le llama worm [wyrm en inglés antiguo, worm en el alemán y Ormr en el nórdico] que significa serpiente o gran gusano. En el inglés actual, worm se entiende por gusano o lombriz.

Los mitos y leyendas catalanas hablan del drac y de una variante femenina de este, la víbria o vibra, una serpiente con dos grandes pechos, dos garras y alas de águila. Si ponemos atención, podemos ver su conexión con la palabra castellana víbora, que, claro, es serpiente.

La serpiente o gusano uróboros, (también ouroboros o uroboros) (del griego «ουροβóρος», "uróvoro", a su vez de oyrá, "cola", y borá, "alimento") un símbolo medieval muy utilizado en los textos alquímicos, muestra a un animal con forma de serpiente o dragón que engulle su propia cola y que conforma, con su cuerpo, una forma circular. El uróboros simboliza el ciclo eterno de las cosas, el esfuerzo eterno, los círculos que aparecen una y otra vez. Las cosas mueren y renacen: el invierno es la cola, la primavera, la boca de la serpiente, que se muerde en un afán de recomenzar los ciclos.

En nuestro mundo actual, en especial en la cultura occidental, muy ligada al cristianismo, no tenemos ya esa idea de las serpientes. Para la mayor parte de nosotros son criaturas peligrosas que reptan asquerosamente por el suelo y que tienen la capacidad de matar gracias al veneno de sus colmillos.

La culpa es tal vez de la representación actual judeo-cristiana de la serpiente, animal del que se disfrazó el diablo al tentar a Eva para que cortara una manzana del árbol prohibido de la ciencia, la ofreciera a Adán y eso resultara en la pérdida del paraíso para el género humano. Incluso, durante la edad media, serían muy frecuentes las representaciones de Satán o los demonios como serpientes o dragones que son aniquilados o controlados por Dios por medio de la intercesión de los santos.

El dragón, por su cercanía con la serpiente, guarda también muchos de estos simbolismos.

 

La serpiente y el dragón

Para entender la imagen simbólica del dragón, es sumamente importante entender antes su relación con la serpiente – o mejor dicho – a la serpiente como símbolo en la humanidad.

Para las culturas occidentales modernas, la serpiente resulta un animal repulsivo, signo de todo lo bajo y rastrero del mal. El veneno con el que cuentan varias de ellas para protegerse, nos resulta mortal y una mordida de estos animales es muy temida. Pero para las antiguas culturas no era así. Es muy posible que la serpiente, como ser ligado a la tierra, fuera considerada también como depositario de la sabiduría secreta de ésta. Los egipcios las consideraban seres representantes o manifestaciones de las divinidades. Por ejemplo, en la tumba de Seti I se puede leer lo siguiente: << El alma de todo dios está en las serpientes>>. Muchas tribus africanas guardan culto a estos animales y en las antiguas regiones de Asiria, Caldea, la India, China y Japón, la serpiente es también un animal de naturaleza divina y que puede ser tanto benigno como maligno.

En Grecia y el Medio Oriente, culturas que han sido una influencia decisiva en nuestra actual cultura occidental, la serpiente es también símbolo de esta sabiduría.

“En la celebración de los misterios de Dionisio Sábico, se introducía una serpiente dorada, que por lo general era una inofensiva culebra viva, por la parte superior del vestido de los que recibían la iniciación; la sacaban por abajo, cantando este enigmático verso: << El toro es padre del dragón y el dragón es padre del toro>>, lo cual bajo el lamentable velo de un realismo obsceno, tenía que ver con cuestiones elevadas relacionadas con la transformación del alma y de la mente. Y lo mismo la célebre fórmula: << Una serpiente no se convierte nunca en dragón volador si no devora antes a otra serpiente>>”

La serpiente representó entre los celtas también la guardiana de los misterios, secretos y conocimientos ocultos.  Es tal vez por eso que muchas son representadas como cuidadoras de tesoros bajo tierra: su verdadero tesoro es sapiencial. Salida de la madre Tierra, la serpiente era también una imagen de la vida.

La Anfisbena, una serpiente que tenía dos cabezas, una en cada extremo, y que fue mencionada por Plinio el Viejo en sus escritos, es una clara representación de las polaridades encontradas: bien-mal, luz-oscuridad.

Pero eso no es todo. La serpiente fue también uno de los emblemas de la luz y símbolo del fuego, tal vez porque los rayos al caer parecían serpientes ardientes descendiendo del cielo.  Es tal vez esta imagen de la serpiente la que da origen al mito del libro del Génesis. El demonio, tomando la forma de una serpiente, seduce y tienta a Eva para que ella lo haga con Adán. En mi particular interpretación, ya hemos visto cómo el demonio tiene la facultad de pervertir lo intelectual; por lo tanto, ha tomado forma de serpiente para engañar, por medio de una imagen de sabiduría, al hombre. Le ofrece los frutos de un supuesto conocimiento benigno que “lo transformará en un Dios” para después apartarlo del bien, o del paraíso. La serpiente es también una representación de la luz, y Luzbel, el ángel rebelde que será arrojado del cielo para ser convertido en Satán, bien puede ser otra de esas serpientes divinas – la que más brillaba –  que ahora se ha convertido en una corrupción de lo sabio y lo bueno, para obtener sus alas membranosas, alas del mal y de la corrupción y ser uno con la oscuridad y la noche.

Es así pues, que los dragones pueden ser esas “serpientes corruptas” que ahora existen para servir a las legiones del mal. Por supuesto y una vez más, ésta es más una visión de la cultura occidental que de la oriental, porque en Oriente, el dragón-serpiente guarda un concepto totalmente distinto.

Sobre esto se menciona en el Bestiario Medieval:

“Thuban, el dragón, es llamado por los árabes tinnin, por los turcos lu y por los mongoles moghur. Es un animal de cuerpo enorme, de aspecto terrible, con una boca ancha y muchos dientes, ojos llameantes y con el trascurso del tiempo se convirtió en un dragón y cambió de forma; sobre este asunto se ha dicho: <<Cuando la serpiente encuentra oportunidad, se vuelve dragón>>. El autor del Aja ibu-l-Makhlüqät dice que cuando la serpiente alcanza los treinta metros de largo y los cien años de edad, la llaman dragón; y sigue haciéndose gradualmente mayor, hasta que se vuelve tal que los animales terrestres se aterrorizan al verla. Dios todopoderoso la arroja entonces al mar; y también en el océano aumenta su tamaño, de forma que excede de diez mil metros; le nacen dos aletas como aun pez y sus movimientos causan las olas del mar”.

Podemos concluir con lo que menciona Massimo Izzi en su excelente obra Diccionario ilustrado de los monstruos:

“Al volver a examinar globalmente todo el material, aparece con claridad que no existen diferencias fundamentales entre el simbolismo del dragón y el de la serpiente (a cuya identidad remite por otra parte también la etimología), sino de “peso”: es decir, el dragón es una superserpiente, y lleva al máximo nivel los significados ya prefigurados por ésta”



MAGIC GATE es una puerta al mundo de lo fantástico, desde lo mitológico hasta lo literario, ofreciendo introducciones breves y atractivas sobre temas, personajes, obras, escritores y medios como el cine, el comic, los videojuegos, y por supuesto, la literatura.

Ya a la venta en Kindle 
y en Lektu

lunes, julio 29, 2024

LA LITERATURA SE ADELANTÓ A LA CIENCIA

Por Guillermo Altares 

 EL PAÍS 

 El director #JeanJacquesAnnaud es un obseso de la precisión histórica en sus películas. Durante el rodaje de "El nombre de la rosa", la adaptación de la novela de Umberto Eco, tuvo unos cuantos días a los principales medievalistas europeos, entre ellos a Jacques le Gof y Michel Pastoureau, investigando si los monjes comían o no con la capucha puesta. Era un detalle pequeño, pero caro: si se descubrían la cabeza para comer, había que hacerles las tonsura a los extras y cobrarían mucho más. También hizo que se pintasen de negro los cerdos que aparecen en segundo plano en el patio de la abadía cuando Pastoureau le explicó que en la Edad Media los cochinos no eran rosas, sino negros o con manchas. Para la adaptación de "En busca del fuego", la gran novela prehistórica del belga J.-H. Rosny Aîné, seudónimo de Joseph Henri Honoré Boex, publicada por primera vez en 1911, no reparó en gastos: contrató al etólogo Desmond Morris, entonces una autoridad mundial como autor de El mono desnudo, para que imaginase los movimientos y lenguaje corporal de los hombres prehistóricos y al novelista y erudito Anthony Burgess (el autor de La naranja mecánica o Poderes terrenales) para inventarse las lenguas que hablan (más bien gruñen) las diferentes especies humanas que aparecen en la serie. La leyenda de Hollywood dice que cuando a William Faulkner le encargaron el guion de "Tierra de faraones", lo primero que hizo fue llamar a Howard Hawks para preguntarle “cómo diablos hablaban los faraones”. Annaud metió en nómina a Morris y Burgess para tratar de responder a esa pregunta aplicada a la prehistoria. Sin embargo, no fue suficiente. Aunque reconocieron que recreaba la prehistoria con solvencia y credibilidad (es imposible saber cómo fue, pero por lo menos podría haber sido como la reconstruyó Annaud), la mayoría de los especialistas criticaron el rigor científico del filme por un detalle crucial: dos especies humanas diferentes, una más primitiva y otra más avanzada, se supone que un neandertal y un sapiens, mantenían relaciones sexuales. Cuando se estrenó la película, en 1981, un encuentro de ese tipo parecía imposible. Sin embargo, el pasado remoto cambia constantemente y con él la percepción que la humanidad tiene de sí misma.

 Lo que a finales del siglo XX parecía un disparate, a principios del siglo XXI se convirtió en una realidad. Un equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), dirigido por el biólogo sueco Svante Pääbo, logró secuenciar el ADN neandertal en 2011 y ofreció un descubrimiento que transformó la prehistoria: se produjeron hibridaciones entre neandertales y sapiens hace 70.000 años y el resultado de esos encuentros sexuales es que los humanos no africanos tenemos entre un 2% y un 4%. Desde entonces, la cosa no ha parado de complicarse y la convivencia de diferentes especies humanas que describía En busca del fuego se ha confirmado. Esta novela fue escrita cuando la prehistoria era una ciencia emergente que provocaba una mezcla de fascinación, rechazo y desconfianza: la idea de que los hombres blancos eran descendientes de una especie nacida en África no siempre cuadraba con el colonialismo y el racismo institucional que impregnaba la vida de las sociedades occidentales, que apenas hacía dos generaciones que habían abandonado la esclavitud. Si hay una ciencia que muestra sin la más mínima duda –qué tristeza que sea necesario demostrarlo– que todos los humanos somos iguales esa es sin duda el estudio del pasado remoto. El descubrimiento del equipo de Pääbo confirmaba que todas las sociedades humanas, desde hace miles de años, habían sido multiculturales, incluso multiespecies. 

Desde este mismo mes de julio, sabemos que hubo un momento en el que por lo menos ocho especies humanas cohabitan en la tierra y que la soledad de los homo sapiens, desde hace unos 40.000 años, es la excepción. Si ha habido un tema que ha interesado a la literatura prehistórica, es precisamente ese, el del encuentro de diferentes especies que comparten el mismo espacio, sobre todo entre neandertales y humanos. 

 El premio Nobel de Literatura británico William Golding, autor de El señor de las moscas, publicó en 1955, en plena Guerra Fría, la novela Los herederos (Minotauro) en la que relataba cómo un clan neandertal se enfrentaba al cercano final de su especie. En uno de los momentos más emocionantes de un libro extraño y evocador, un anciano de la tribu le confiesa a uno de los jóvenes: “Hay otra gente en el mundo”. La tribu neandertal se da cuenta de que todo ha cambiado cuando regresan en su nomadismo a los pastos ancestrales de su clan porque otras personas rondan aquel territorio. Los homo sapiens son descritos como seres crueles, que destruyen el mundo a su paso, una de las marcas de la obra de Golding. La danza del tigre (Plot), del paleontólogo sueco Björn Kurtén, es a menudo citada por expertos en la prehistoria como la mejor novela sobre el pasado remoto de la humanidad. “La danza del tigre se desarrolla en el momento de la desaparición de los neandertales”, escribe Juan Luis Arsuaga en el prólogo de la edición española. “En todos y cada uno de los lugares donde ocurrió, alguien pensó: ‘Soy el último de mi raza. Es tiempo de morir”, agrega el codirector de Atapuerca y autor junto a Juan José Millás de uno de los éxitos prehistóricos del año, La vida contada por un sapiens a un neandertal (Alfaguara). 

La saga de El clan del oso cavernario (EmBolsillo), de Jean M. Auel, el best-seller sobre la prehistoria por antonomasia, arranca con la historia de una niña sapiens que se queda huérfana y es adoptada por un clan neandertal. Y El último neandertal (Maeva), de Claire Cameron, relata la conexión entre una neandertal y la científica que investiga el yacimiento en el que reposa 40.000 años después, como si la relación entre las especies superase el tiempo y el espacio. En casi todos estos libros, la prehistoria es utilizada como marco para novelas de aventuras clásicas, aunque también como una reflexión sobre el poder destructor de los humanos a lo largo de los tiempos y sus implicaciones sobre el presente. Pero, por encima de todo, estos libros contienen muchas lecciones de humildad, la más importante de ellas es que estar solos es una excepción: si los primeros homo sapiens surgieron hace unos 200.000 años (aunque otros científicos hablan de 300.000) por lo menos hasta hace 40.000 años compartimos el planeta con otras especies humanas. Por qué ellos desaparecieron y nosotros seguimos aquí se mantiene como un misterio que nos interroga sobre nuestra fragilidad mucho más ahora que sabemos que somos los últimos, que ya no hay otra gente en el mundo.

miércoles, julio 24, 2024

SUSCRIBETE A NUESTRO BOLETÍN ¡AHORA MISMO!

Suscribete a nuestro boletín para obtener todos los jueves, recomendaciones y noticias del género fantástico totalmente GRATIS. Libros, películas, podcast y mucho más cada jueves.